lunes, 19 de enero de 2015

Orígenes de la teoría del apego.


Orígenes de la teoría del apego.
Extracto realizado por Joaquín Benito Vallejo

De una manera escueta, se entiende por apego, el vínculo afectivo que se establece fundamentalmente entre padres e hijos.

Según la exposición del propio autor (Bowlby – Paidos  1996), durante los años 1930 y 1940, diversos autores desconocidos entre sí, entre los cuales los más mencionados hoy día son Anna Freud y René Spitz, llevaron a cabo estudios  sobre los efectos negativos que el prolongado cuidado institucional y los cambios de la figura materna durante los primeros años de vida tienen sobre el desarrollo de la personalidad.

Los primeros trabajos sobre la importancia de las relaciones tempranas del niño se deben a René Spitz (Viena, 1887 - Denver, Colorado, 1974). Este famoso médico y psicoanalista mostró, en "El primer año de la vida del niño", los efectos devastadores de la privación afectiva en el desarrollo infantil a través de sus investigaciones sobre el "hospitalismo", demostrando que cuanto más temprana y más prolongada es la privación de las figuras de apego, más demoledores son sus efectos.

En 1949 Bowlby fue encargado en la Organización Mundial de la Salud, a elaborar un estudio sobre las necesidades de los niños sin hogar. Dicho estudio fue presentado en 1951 con el título Maternal Care and Mental Health, donde se analizaban las pruebas amplísimas que se conocían sobre la influencia adversa que tiene en el desarrollo de la personalidad, el cuidado maternal inadecuado durante la infancia, llamando la atención en esto, la aguda aflicción de los niños que se ven separados de aquellos a quienes conocen y aman.

Aunque el material escrito al respecto tuvo una cierta repercusión, más aún la tuvo la documentación filmada. En los años 50 la primera película de René Spitz , Grief: A peril in Infancy y otra de J. Robertson, A Two-Year-Old Goes to Hospital, ejercieron una enorme influencia.

Los estudios siguieron. Mary Ainsworth presento un informe en la ONS en 1961 donde analizaba los diversos y amplios datos obtenidos.

Otra gran influencia fue la publicación en 1950 de Harry Harlow sobre los efectos de la privación de cuidados maternos en los macacos, -estimulado este trabajo por los informes de Spitz-, donde una vez más las películas tomadas desempeñaron un importante papel.

Harry Harlow (1905-1981) con sus investigaciones con monos (que le llevaron a descubrir la necesidad universal de contacto), fue quien encaminó a Bowlby a la construcción de la teoría del apego. En sus experimentos, Harlow separó a los monos de sus madres reales y los colocó en una jaula con dos madres sustitutas construidas a base de madera y cables, y con caras que imitaban las de los monos. Una de estas madres estaba recubierta con telas afelpadas, lo que permitía al bebé mono abrazarse a ella. La otra no era más que un armazón de madera y alambres dotado de pezones artificiales. Por otra parte, mientras que la mitad de los bebés eran alimentados con un biberón acoplado a la madre de trapo, la otra mitad recibía la leche a través de los pezones de la madre de alambre.
Sorprendentemente, Harlow descubrió que los monos pasaban de 17 a 18 horas diarias con la madre de trapo y menos de una con la de alambre, con independencia de cuál de las dos les proporcionase el alimento. Con ello demostró que el desarrollo del apego de los monos Rhesus no está en dependencia del amamantamiento, sino de la posibilidad de acurrucarse al lado de la madre y abrazarla amorosamente.


Aunque no está comprobado que las cosas funcionen igual en el caso de nuestra especie, los experimentos de Harlow han incitado a otros investigadores a buscar explicaciones del vínculo de apego humano en factores más allá de los procesos de condicionamiento y de aprendizaje.


Hasta entonces se decía que el estrecho vínculo que el niño establece con la madre radica en que ella lo alimenta. En 1951 Bowlby conoce los trabajos de K. Lorenz sobre los patos y ánsares. Los temas relacionados con la conducta instintiva revelaron un mundo nuevo. Los científicos estaban investigando en especies animales problemas que atañían también a los humanos como es el caso de las relaciones duraderas que se establecen en muchas especies. El descubrimiento de Lorenz revelaba que en algunas especies se desarrolla un fuerte vínculo con una figura materna individual sin intermediación del alimento, ya que estas crías no son alimentadas por los padres sino que se alimentan de insectos ellas mismas.

Partiendo de la observación de diversos traumas infantiles y sus secuelas, así como la conducta de niños en situaciones difíciles, Bowlby intentó construir una teoría del desarrollo de la personalidad, lo cual condujo  al concepto de la conducta de apego, distinta a la conducta de la alimentación y a la del sexo, que habían sido las mayores influyentes hasta ese momento. Esto contó de inmediato con el apoyo de las conclusiones de Harlow, según las cuales las crías de macaco muestran una marcada preferencia por una tierna madre ficticia que no le da alimento, en contra de otra madre “dura”, -de alambre en el experimento-, que sí le alimenta.

La conducta de apego se define en principio, por el mantenimiento de la proximidad con otro individuo, que proporciona seguridad y protección, sobre todo en momentos de enfermedad, fatiga, miedo, etc. La figura de apego es alguien accesible y sensible que proporciona seguridad y motivación. Si esto es muy obvio en la primera infancia, puede observarse también en cualquier momento de la vida sobre todo en situaciones de emergencia, crisis, estrés, enfermedad, pérdida. 

Durante estos años la teoría del apego ha sido ampliamente aclarada y ampliada. Los colaboradores más notables fueron R. Hinde y Mary Ainsworth. Esta última con sus colaboradores ha promovido estudios empíricos en África y Estados Unidos y ha hecho que sea la teoría mejor sustentada del desarrollo socio-emocional.


A partir de estos trabajos Mary Ainsworth conceptualizó 3 tipos diferentes de apego. 
Apego de tipo seguro: Una madre sensible sintoniza bien con las señales que emite el bebé y por tanto proporciona al niño una base segura desde la cual este puede explorar el entono y regresar cuando se asusta o se cansa. Los niños lloran poco y se muestran contentos.



Apego ansioso-resistente-ambivalente: la relación con la figura de apego oscila entre la irritación, la resistencia al contacto, el acercamiento y el mantenimiento del contacto. Se trata de niños cuyas madres se comportan de forma inconsistente, mostrándose cálidas en unos casos y frías en otros. Los niños no están seguros de que su madre esté disponible cuando la necesiten y, justo por ello, lo pasan mal ante la ausencia de la figura de apego, a la vez que se muestran ambivalentes ante su presencia. El niño está inseguro de si su figura de apego es accesible o no. Se aferra a la madre y se muestra ansioso ante la exploración del medio. La madre se muestra insensible y no responde a tiempo o de manera adecuada. De forma inconsistente, cálida en unos casos, fría en otros.  



Apego ansioso-elusivo: la relación con la figura de apego se caracteriza porque los niños no utilizan a su madre como base segura. No la miran para comprobar su presencia, sino que la ignoran. Se trata de niños que han sufrido muchos rechazos previos y que, para evitar frustraciones intentan negar la necesidad que tienen de la madre. El niño no espera una respuesta servicial de la madre, por lo que tiende a construir una coraza que le permita protegerse y evitar contactos futuros.

El papel del apego en el desarrollo de la personalidad se ha basado en conceptos de la teoría de la evolución, de la etología, de la teoría del control y de la psicología cognitiva.
La teoría del apego subraya: a) el status primario y la función biológica de los lazos emocionales íntimos entre los individuos; b) la poderosa influencia que ejerce en el desarrollo de un niño el modo en que es tratado por sus padres; c) los actuales conocimientos sobre el desarrollo del niño exigen que una teoría de los caminos del desarrollo reemplace a las teorías que recurren a las bases específicas del desarrollo, en las que afirma que una persona puede quedar fijada y/o a las que puede regresar.
La teoría del apego considera la tendencia a establecer lazos emocionales íntimos como un componente básico de la naturaleza humana, presente en el embrión y que prosigue a lo largo de la vida hasta la vejez. En la infancia los lazos se establecen con los padres o sustitutos, a los que se recurre en busca de protección, consuelo y apoyo. Durante la adolescencia y adultez estos lazos persisten pero son complementados por nuevos lazos.
Aunque el alimento y el sexo en ocasiones son importantes en las relaciones de apego, la relación existe por derecho propio y tiene una función propia y clave para la supervivencia.
El 1º medio de comunicación es la expresión emocional y la conducta que la acompaña. La comunicación emocional persiste como la característica principal de las relaciones íntimas durante toda la vida.  Los lazos emocionales no se derivan del alimento ni del sexo. La necesidad de consuelo y apoyo no se considera pueril. Es considerado como un rasgo importante del funcionamiento afectivo, de la personalidad, y de la salud mental. El acto de proporcionar cuidados es igual de importante que la búsqueda de cuidados.
La exploración del entorno y el juego con los compañeros es otro componente básico. Cuando un individuo en cualquier edad se siente seguro goza de mayor capacidad de explorar. Al contrario de cuando está ansioso o enfermo.
En el plazo de unos días es capaz de distinguir a su madre mediante el olor, la voz, y por la forma de sostenerle –tono-.
La conducta de apego se organiza mediante un sistema de control dentro del SNC análogo a otros sistemas como la homeostasis fisiológica.
Contiene dentro de sí misma una teoría de la motivación.
Pautas de apego y circunstancias que determinan su desarrollo. El papel que desempeñan los padres con su trato en el modo en que el niño se desarrolla es esencial. Esta influencia también se relaciona con los cuidados emocionales  que recibe la madre en esos momentos. Y por otra parte, es probable que el comportamiento dela madre responda a los comportamientos de su propia madre, de las relaciones de apego que se establecieron en su propia infancia.
Cada pauta de apego una vez desarrollada tiende a persistir. Y se reproduce en general en todas las situaciones con otras personas. Los que mostraban una pauta ansiosa elusiva probablemente serán descritos como niños emocionalmente aislados, hostiles y antisociales, que buscan de un modo excesivo la atención. Los de pauta resistente son niños que también buscan excesivamente la atención, pero tensos, impulsivos, frustrados, o como pasivos e incapaces.

Bibliografía

1.    Bowlby, J. Vínculos afectivos: Formación, desarrollo y pérdida. Ed. Morata. Madrid 1986.
2.    Bowlby, J. Una base segura – Aplicaciones clínicas de una teoría del apego. Ed. Paidós. Barcelona 1996
3.    Montagu, A. y Matson, F. El contacto humano. Ed. Paidos. Barcelona 1983
4.    Spitz, R.A. El primer año de la vida del niño. Ed. Aguilar. Madrid 1986

 


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