martes, 5 de febrero de 2019

LA ACTITUD DEL PROFESOR


SOBRE LA ACTITUD DEL PROFESOR
(Del prefacio de: “Cuerpo, mente, comunicación” -pags. 13 y siguientes)
Joaquín Benito Vallejo


No hay que rebajar los objetivos con la excusa de que los alumnos no disponen de las capacidades suficientes para entenderlos ni llevarlos a caboSi no los comprenden es porque no se les plantean de la forma adecuada, por lo tanto, hay que buscar los medios idóneos para que lo entiendan.


 En esto consiste la pedagogía, en una búsqueda e investigación constante de recursos y fórmulas para motivar a aprender, a comprender, a sentir y a desarrollarse. No se trata de transmitir unas recetas que el alumno ha de repetir mecánicamente sin entender.
Se trata de estar disponible para el alumno, de tener la actitud de enseñar a sentir, a descubrir, a entender y comprender, partiendo del nivel y de las capacidades que cada uno posee en cada momento, desde las que pueda ir creciendo y evolucionando desde lo más simple a lo más complejo.


Pero, tampoco se puede transmitir nada si uno no lo ha vivido antes personalmente. -Yo no  puedo enseñar a sentir si yo no siento lo que digo y no estoy plenamente convencido de ello. Yo no puedo motivar si no estoy motivado-.  


Es necesario que el profesor esté siempre aprendiendo y evolucionando, buscando nuevos caminos, no sólo para poder llegar a cada persona, sino para seguir aportando nuevas vivencias y aprendizajes.
No puede haber recetas fijas, porque éstas vuelven la vivencia mecánica e impiden la propia investigación y la aportación de sensaciones nuevas. 
Tampoco las recetas valen para todas las personas, lo que significa, además, que los alumnos debieran someterse al esquema de las propuestas del profesor, y debe ser, al contrario.


  La pedagogía, -insisto-, es lo contrario: los medios han de ponerse al servicio de las personas. Y como cada persona es distinta, hay que estar siempre dispuestos a buscar los medios idóneos para acceder a ellas. Hay que hacerles vivenciar los ejercicios propuestos. No solo que los entiendan intelectualmente, sino, sobre todo, que los "entiendan" corporalmente, lo que significa sentirlos, experimentarlos. 


Hemos de enseñar a sentir y disfrutar del movimiento, explorando el entorno, expresando los propios sentimientos y comunicándonos con los demás, desde los primeros años de la vida. Hemos de establecer las condiciones necesarias y el hábito cotidiano de practicar el movimiento adecuado en cuanto a cantidad y calidad según las leyes naturales del movimiento
Esta educación y esta práctica, enmarcadas dentro de un modelo global de vida más sano, sería el mejor método para mantener las capacidades corporales y mentales en un estado óptimo hasta la edad avanzada. Es un método de educación y prevención que ahorraría además muchos gastos sociales, en los tratamientos que los deterioros de las personas mayores requieren.


Todo ello, exige además de una búsqueda constante, una disponibilidad, atención y comprensión crecientes hacia los alumnos, basadas en la vivencia personal del trabajo corporal que nunca debe abandonarse. Y en el convencimiento pleno de los planteamientos para cada alumno.

Se ha de destacar la importancia de la actitud del profesor en esta tarea. La actitud refleja el modo de sentir y de estar e influye en la actitud de los alumnos. Nace de las vivencias previas y se manifiesta en su presencia en clase sintiendo plenamente cuanto se dice y se hace y estando en el sentir de cada persona sin que nadie pase desapercibido.