domingo, 4 de enero de 2015

DIALOGO TÓNICO – Dialogo corporal madre hijo.


DIALOGO TÓNICO – Dialogo corporal madre hijo.
Joaquín Benito Vallejo
 

 
Ya hemos proclamado que la cualidad  psicosocial del ser humano es inseparable de su condición de ser humano. No se puede ser humano sin ser social. Si el ser vivo es ambiental por naturaleza, el ser humano es también social por naturaleza.
Si todos los organismos vivos nacen y conviven con otros organismos, sin los cuales ellos no habrían tenido las posibilidades de ser ni de vivir, si en un principio, el organismo nació del ambiente y fue este el que le propició las condiciones y posibilidades de desarrollarse, generándole órganos, sentidos, capacidades y comportamientos, el ser humano depende absolutamente de los demás seres humanos. Sin ellos no habría nacido, no podría desarrollarse físicamente, ni tampoco psíquicamente, adquiriendo una personalidad propia.  

La motivación para vivir nos la dan los demás.
            La principal motivación para vivir reside en la relación con los demás. Son ellos los que nos enseñan a vivir y a ser. Aprendemos a ser, a construir nuestra identidad,  en la relación y la comunicación con los otros. Los demás son nuestro estímulo y nuestro modelo. Y es en contra de ese modelo o buscando otros modelos más satisfactorios como crece la identidad personal. Los demás nos dan sus afectos y su cuidado, cuando al nacer somos incapaces de hacerlo. Todo lo que hacemos es hecho para, por y con los demás. Para obtener su afecto o su valoración, para llamar su atención, para demostrarles que estamos vivos y presentes. Lo peor es la indiferencia. Ser indiferente para los demás es no existir, por ello es mejor existir valorándonos mal que no existir. Aquellos que se han sentido profundamente indiferentes para los demás, hacen cualquier cosa para demostrar su presencia y su existencia, desde ser dadivosos en extremo, resultar atosigantes o invasores, hasta cometer fechorías, trastadas, delitos, etc. Lo importante es ser tenido en cuenta por los demás. Muchos niños problemáticos, lo son por esta razón y pueden llegar a ser delincuentes de mayores.

Morimos por falta de afecto.
            Se puede morir por falta de afecto, como lo ha demostrado la investigación de Spitz con los niños diagnosticados por síndrome de “hospitalismo”. El mayor trauma, la mayor depresión que le puede acaecer a una persona mayor es la pérdida del afecto, también. Una pérdida de este tipo lo constituye la jubilación, que significa la pérdida de la valoración como ser productivo y válido, acompañada de la pérdida de los amigos y compañeros de trabajo, con el consiguiente aislamiento. Pero sobre todo, las pérdidas más graves a esas  edades avanzadas, lo constituye el abandono de los hijos u otros familiares, de la que cabe destacar la muerte del cónyuge. Esta última está considerada por los expertos, como el más grave desencadenante de estrés, depresión y pérdida de las ganas de vivir, que puede conducir a un proceso más o menos largo concluyendo en la propia muerte. Para vivir solo y sin afecto, mejor es morirse, deben sentir esas personas en su aislamiento y pérdida de los seres queridos.

El diálogo tónico

            La primera forma de comunicación.... Seguir leyendo...