jueves, 3 de octubre de 2019

LURIA-El cerebro en acción

































A. LURIA – Unidades funcionales cerebrales - 
El cerebro en acción / Conceptos básicos / 

Síntesis realizada por Joaquín Benito Vallejo.

Conceptos básicos.

El concepto de función no puede entenderse como exclusiva de un tejido en particular, sino de la intervención de muchos componentes pertenecientes a distintos niveles y aparatos.
Se trata de un sistema funcional complejo. Es característico en él la presencia de una tarea constante -invariable- pero ejecutada por mecanismos variables, que llevan el proceso a un resultado constante -invariable-.
La composición compleja del sistema incluye siempre una serie de impulsos aferentes -de ajuste- y otros eferentes -de ejecución-. 

Los más complejos procesos somáticos y autónomos están organizados como sistemas funcionales.

Por ejemplo, la función digestiva requiere (1) el transporte del alimento al estómago; (2) la transformación del alimento bajo la acción del jugo gástrico; (3) la participación de las secreciones del hígado y páncreas; (4) el acto de la contracción -muscular- de las paredes del estómago e intestinos; (5) el recorrido del alimento a través del tracto intestinal; (6) la absorción de los componentes transformados de los alimentos a través de las paredes del intestino delgado; (7) su distribución por todo el cuerpo a través de la circulación sanguínea. Etc.
Está claro que involucra a distintos aparatos: secretor, motor, nervioso, circulatoria, etc. controlados por estructuras nerviosas del tronco cerebral y centros superiores.

Respecto al movimiento. Este nunca se puede dar simplemente por impulsos eferentes -motores-.
Las articulaciones tienen un alto grado de libertad que se multiplica por la intervención de distintas articulaciones que están actuando en sucesión o coordinación y en distintas fases en que el tono va modificándose. -Melodía cinética
El movimiento requiere a su vez la intervención de impulsos aferentes -de información- sobre la posición del miembro y del cuerpo en general, así como de su desplazamiento y de su modulación tónica.

La estructura sistémica es característica incluso de actos conductuales considerados simples, pero aún más característica es de cualquier actividad mental compleja. 
La percepción, la memorización, la gnosis y praxis, lenguaje, pensamiento, escritura, lectura, aritmética, etc., no pueden ser considerados como facultades aisladas, ni indivisibles, ni limitados a la intervención de grupos de células ni de áreas particulares del cerebro.
Todas las funciones se desarrollaron a través de un largo proceso histórico, son sociales en su origen, complejas y jerárquicas en su estructura, implicando que las formas fundamentales de actividad consciente deben ser consideradas como sistemas funcionales complejos, por tanto, no pueden ser localizados en un área cerebral concreta.

Concepto de localización. 

Las formas superiores de los procesos mentales poseen una estructura muy compleja, establecidas a lo largo de la ontogénia. 
Como sistemas funcionales complejos no pueden localizarse en zonas restringidas del córtex, sino que deben estar organizadas en sistemas de zonas que trabajan concertadamente ejerciendo cada una su papel dentro del sistema, y situadas en áreas completamente diferentes y distantes entre sí.
Formados históricamente son elementos esenciales en el establecimiento de conexiones entre partes individuales del cerebro y se hacen componentes de un sistema funcional único.
Por otra parte, la localización nunca permanece constante, sino que cambia esencialmente durante el desarrollo del niño y en los siguientes periodos de aprendizaje.
En el curso del desarrollo no solo cambia la estructura funcional sino su organización interfuncional cerebral. 
El desarrollo de las funciones mentales superiores en la ontogenia tiene otra característica decisiva para su organización funcional en el córtex.
Una lesión de una zona particular del cerebro en los primeros pasos de la niñez tiene un efecto sistémico sobre las áreas corticales superiores superpuestas, mientras que una lesión de la misma región en la vida adulta afecta a las zonas inferiores. -Vygotsky, localización dinámica-.

Concepto de síndrome.  

Toda actitud mental humana configura un sistema funcional complejo que se efectúa a través de la combinación de estructuras cerebrales que trabajan concertadamente, cada una de las cuales aporta su propia contribución al sistema funcional, como un todo.
Esto implica que el sistema puede ser alterado por la lesión de un gran número de zonas y que puede ser alterado también en lesiones de diferentes localizaciones.
Cada área del cerebro implicada en el sistema introduce su propio factor particular esencial para su realización, y la exclusión de ese factor hace imposible la normal actuación del sistema.
Así pues, la correcta realización de un movimiento complejo requiere su organización espacial precisa, dentro de un contexto de coordenadas espaciales. Esta condición es satisfecha por las porciones terciarias viso-kinestésico-vestibulares, y la supresión de esta condición causa la desintegración del movimiento.


Las tres unidades funcionales.

Queda dicho que, los procesos mentales humanos son sistemas funcionales complejos, que no están localizados en áreas estrictas, sino que funcionan a través de la participación de grupos de estructuras cerebrales que trabajan concertadamente, cada una de las cuales efectúa su particular aportación a la organización.
 
Ahora la primera tarea es descubrir las unidades funcionales básicas que componen el cerebro humano, así como, el papel que ejecutan cada una de ellas en las formas complejas de actividad mental.

Se distinguen tres unidades funcionales del cerebro cuya participación es necesaria para todo tipo de actividad mental: 
(1) Unidad para regular el tono o la vigilia; 
(2) unidad para obtener, procesar y almacenar la información; 
(3) unidad para programar, regular y verificar la actividad mental. 

Los procesos mentales en general y su actividad consciente en particular siempre tienen lugar con la participación de las tres unidades, cada una de las cuales tiene su papel que ejercer en los procesos mentales y aporta su contribución a la realización de éstos.

Cada una de estas unidades es de estructura jerárquica y consiste al menos, en tres zonas corticales superpuestas una sobre otra: el área primaria -de proyección- recibe impulsos y los envía a la periferia; la secundaria, -de proyección-asociación- donde la información que recibe es procesada o donde se preparan los programas; la terciaria, -zonas de superposición- últimos sistemas en desarrollarse en los hemisferios cerebrales y responsables de las más complejas formas de actividad mental que requieren la participación concertada de muchas áreas corticales.

1ª unidad: regulación del tono y la vigilia.
El estado de vigilia es esencial para que todo proceso siga su curso correctamente. Solo en un estado óptimo de vigilia es posible que se reciba y analice la información, que los sistemas de conexiones puedan llegar a la mente, que su actividad sea programada y comprobado el curso de sus procesos mentales, corregir errores, y mantener su actividad el tiempo debido.
Esta regulación precisa es imposible durante el sueño. La actividad organizada requiere el mantenimiento de un nivel óptimo de tono cortical.
La excitación se extiende desde el tallo cerebral sobre la red nerviosa conocida como la formación reticular, graduando el nivel del tono poco a poco. Ascendiendo hacia las estructuras superiores como el tálamo, núcleo caudado, hasta el neocórtex. Estas estructuras fueron llamadas sistema reticular ascendente, jugando un papel decisivo en la activación del córtex y la regulación del estado de su actividad.
Otras fibras de la formación reticular corren en dirección descendente desde el córtex al mesencéfalo, hipotálamo y tallo cerebral. Estas dos secciones de la formación reticular, ascendente y descendente constituyen un sistema dispuesto verticalmente capaz de modificar el tono del córtex, pero también bajo la influencia de éste y adaptándose fácilmente a las condiciones ambientales durante el curso de la actividad.
Con esto se introdujo un nuevo principio, la estructura vertical de todas las estructuras del cerebro. Acabando con el concepto de independización y localización de las áreas. 
Con la descripción de la formación reticular se descubrió la 1º unidad funcional del cerebro, sistema que mantiene el tono y la vigilia y que regula estos estados según la demanda que confronta al organismo.
Una lesión en estas zonas conduce a un elevado descenso del tono y a la aparición de un estado de sueño e incluso algunas veces a un estado de coma.
La formación reticular también tiene funciones inhibidoras. Su acción. activadora o inhibidora, afecta a todas las actividades sensoriales y motoras.
El sistema nervioso siempre muestra un cierto tono de actividad característica de toda actividad biológica.

1º fuente de activación. La primera fuente son los procesos metabólicos del organismo o dicho de otra manera su economía interna. Los procesos metabólicos que conducen al mantenimiento del equilibrio interno del organismo -homeostasis- en sus formas más simples están conectados con la respiración y la digestión, metabolismo del azúcar, proteínas, secreción interna, etc., regulados todos por el hipotálamo. La formación reticular de la médula y el mesencéfalo, estrechamente conectada con el hipotálamo juega un papel importante en esta activación vital.
Otras formas más complejas de esta activación se relacionan con los procesos metabólicos organizados de ciertos sistemas conductuales innatos, conocidos como sistemas de -o reflejo incondicionado- sexual y de alimentación. Los procesos metabólicos y humorales son la fuente de activación.
La diferencia yace en la distinta complejidad de su organización y en que los procesos más elementales evocan solo respuestas automáticas primitivas en relación con la deficiencia de oxígeno y la liberación de sustancias de reserva.
Mientras los segundos están organizados en sistemas conductuales complejos. Como resultado de su acción se satisfacen las necesidades apropiadas y se restaura el equilibrio de la economía interna. Para que ocurra esto es necesaria una activación específica muy selectiva y las formas biológicas de esta activación alimenticia y sexual están bajo la responsabilidad de los núcleos superiores de la formación reticular mesencefálica, diencefálica y límbica.

2ª fuente de activación. Es de origen completamente diferente. Está conectada con la llegada de estímulos del mundo exterior y conduce a la producción de formas completamente diferentes de activación, manifestadas como un reflejo de orientación.
El hombre vive en un mundo de constante información. La necesidad de ésta a veces es tan grande como la necesidad de metabolismo orgánico.
Si una persona es excluida de este flujo constante de información, cae dormida y solo puede ser despertada por un nuevo impulso de información.
Una persona normal tolera difícilmente esa restricción con el mundo exterior.
Como se ha comprobado, la exclusión de información se hace intolerable y se producen alucinaciones. Es por ello natural que haya medios especiales para proveer información tónica al cerebro, en especial en la formación reticular, usando como fuente del flujo la excitación de los órganos sensoriales.
El hombre vive en un entorno que cambia continuamente y que requieren un nivel de alerta alto. Lo que hace movilizar al organismo para responder a sorpresas desagradables.
Esto es el reflejo de orientación que constituye una forma importante de actividad investigadora.
El nexo entre el reflejo de orientación y la forma de trabajo de la formación reticular y el sistema límbico no es siempre idéntico.
Se han descrito diversas formas tónicas de reacciones. Están ligadas con diferentes estructuras. Tálamo, núcleo caudado e hipocampo están vinculados con el sistema del reflejo.
Cada persona ante una situación requiere la comparación de los estímulos nuevos con los antiguos. Este es un mecanismo que permite procesos de habituación.
Y es el vehículo por el que el mecanismo del reflejo orientador está unido a los mecanismos de la memoria.
Muchas neuronas del hipocampo y del núcleo caudado que no tienen funciones modales específicas son responsables de esta función comparativa, reaccionando a la aparición de estímulos nuevos y bloqueando su actividad ante estímulos repetidos.
La activación o inhibición -función moduladora- es una fuente vital de regulación de los estados tónicos del córtex que se asocian con las formas más complejas del reflejo orientador, no de carácter instintivo sino de un reflejo vital más complejo.

3ª fuente de activación. Esta es la más interesante en la que la primera unidad cerebral juega la parte más íntima.
Los procesos metabólicos o un flujo directo de información que evoque un reflejo orientador no son las únicas fuentes de actividad.
Gran parte de la actividad humana se evoca por intenciones y planes, por proyectos y programas que se forman durante la vida consciente, que son sociales y que se efectúan con la íntima participación, primero externa y después interna, del lenguaje.
Cada intención define una cierta meta y evoca un programa de acción. Cada vez que la meta es alcanzada la actividad se detiene, pero si no se alcanza conduce a una mayor movilización de esfuerzos.
El cumplimiento de un plan requiere una cierta cantidad de energía y solo es posible si se mantiene un cierto nivel de actividad.
Las conexiones descendentes desde el córtex a las formaciones cerebrales inferiores son las que transmiten la influencia reguladora recibiendo del cerebro más antiguo su carga de energía.
Además de las funciones específicas motoras y sensoriales, el córtex también realiza funciones activadoras no específicas, así como influencias activadores o inhibidoras sobre las estructuras inferiores del cerebro.
Las zonas mediales de los hemisferios pertenecen en cuanto a su origen y estructura, al paleo córtex, archi córtex y córtex intermedio y mantienen conexión estrecha con el tallo cerebral.
Los autores antiguos denominan a estas estructuras rinencéfalo y otros posteriores la denominaron cerebro visceral.
Sin embargo, ninguna de estas denominaciones es completamente acertada ya que su función comprende procesos de conciencia y memoria.
La principal misión de estas zonas no es la comunicación con el exterior sino la regulación del estado general del tono y el control sobre las emociones e inclinaciones.
En este sentido pueden consideradas como un sistema superpuesto a la estructura del tallo cerebral y la formación reticular.
Ninguna de las neuronas de estas zonas posee una especificidad modal definida, pero responde activamente a los cambios en el estado del organismo.
Las lesiones nunca causan alteraciones en la gnosis y la praxis.
Las características de todos los pacientes de este grupo son definidos por apagamiento de tono con tendencia hacia un estado akinético y a fatigarse rápidamente.

Así pues, los sistemas de la primera unidad funcional no solo mantienen el tono cortical, sino que también experimentan la influencia diferenciadora del cortex, y trabaja en estrecha colaboración con los niveles superiores del córtex.




2ª unidad: recepción, análisis y almacenaje de la información. / regiones laterales del neocórtex en la superficie convexa de los hemisferios de la que ocupa las regiones posteriores incluyendo las regiones visual (occipital), auditiva (temporal) y sensorial general (parietal) /

Estructura histológica no de red nerviosa continua sino en neuronas aisladas situadas en las partes del córtex ya mencionadas.
Los sistemas de esta unidad están adaptados a la recepción de estímulos que viajan desde la periferia hacia el cerebro, a su análisis en un gran número de elementos muy pequeños y a su combinación o síntesis dentro de los sistemas funcionales completos.
Consiste en partes que poseen una especificidad modal muy alta, estando adaptadas para la recepción de información visual, auditiva, vestibular, o sensorial general.
También incorporan los sistemas centrales de recepción olfatoria y gustativa.
Está formada por áreas primarias o de proyección del córtex que son neuronas de la IV capa aferente.
Las neuronas tienen un alto grado de diferenciación preservando su especificidad modal estricta. Las zonas primarias también contienen células de carácter multimodal que responden a varios tipos de estímulos. 
Las áreas primarias o de proyección del córtex de esta unidad están rodeadas por sistemas de zonas corticales secundarias (o gnósticas) superpuestas a ellas, en las cuales la capa aferente IV cede su posición dominante a las capas II y III.  
Las principales zonas modalmente específicas del segundo sistema están construidas de acuerdo con un principio único de organización jerárquica.
La actividad gnóstica humana nunca ocurre respecto a una sola modalidad aislada, y más aún la representación, que es un proceso complejo resultado de una actividad polimodal, basado en un trabajo combinado de un sistema completo de zonas corticales. 
El trabajo de las zonas terciarias de las regiones corticales posteriores es esencial no solo para la integración adecuada de la información sino también para la transición de las síntesis directas visualmente representadas al nivel de los procesos simbólicos u operaciones con significados verbales, con estructuras gramaticales y lógicas complejas con sistemas de números y relaciones abstractas.
Las zonas terciarias de la región cortical posterior juegan un papel esencial en la conversión de la percepción concreta en pensamiento abstracto.

Es posible distinguir tres leyes básicas que gobiernan la estructura de trabajo de las regiones corticales individuales que componen el segundo sistema cerebral.

La primera es la ley de la estructura jerárquica de las zonas corticales. Las relaciones entre estas zonas de este sistema no permanecen iguales, sino que cambian en el curso del desarrollo ontogenético.
En el niño, la formación de zonas secundarias que trabajen adecuadamente no podría ocurrir sin la integridad de las zonas primarias que constituyen su base y el trabajo adecuado de las zonas terciarias sería imposible sin el desarrollo adecuado de las zonas secundarias que suministran el material necesario para la creación de síntesis cognitivas superiores.
A la inversa, en el adulto con sus funciones psicológicas superiores completamente formadas, las zonas corticales superiores han asumido el papel dominante. Las zonas terciarias supriores del córtex controlan el trabajo de las zonas secundarias que están subordinadas a ellas.
Y si estas zonas se ven afectadas por una lesión las zonas terciarias tienen una función compensatoria.
En la última etapa de la ontogénesis la línea principal de interacción transcurre desde arriba hacia abajo. El córtex cerebral adulto muestra la dependencia de las zonas inferiores respecto a las superiores, al contrario que en la infancia.

La segunda ley que gobierna el trabajo de esta unidad funcional puede ser expresada como la ley de especificidad decreciente de las zonas corticales jerárquicamente organizadas que la componen. Las áreas corticales secundarias, con predominio de neuronas asociativas poseen una especificidad menor que las zonas primarias, que tienen la máxima especificidad.

La ley de especificidad decreciente es otro aspecto de la ley de estructura jerárquica.

La tercera ley fundamental que gobierna el trabajo de la segunda unidad funcional es la ley de lateralización progresiva de funciones que implica su progresiva transferencia desde las áreas corticales primarias hacia las secundarias y hacia las terciarias.

Las áreas corticales primarias de ambos hemisferios cuya estructura se basa en el principio de la proyección somatotópica tienen papeles idénticos. Cada una de ellas es la proyección de las superficies receptoras contralaterales y no se plantean problemas sobre la dominación de las áreas primarias de uno u otro hemisferio.
La situación es diferente en las áreas secundarias y terciarias.
Con la aparición de la habilidad de la mano derecha -asociada al trabajo y que se remonta a una etapa temprana de la historia del hombre-, y más tarde con la aparición de otros procesos relacionados como el lenguaje, comienza a presentarse un cierto grado de lateralización de funciones, no encontrado en los animales inferiores pero que en el hombre ha llegado a ser un principio importante de la organización cerebral.

El hemisferio izquierdo -en las personas diestras- se ha hecho dominante y empieza a asumir las funciones del lenguaje. El hemisferio derecho desconectado de la actividad de la mano derecha o del lenguaje ha permanecido subdominante.
Este principio de lateralización de funciones se ha convertido en un decisivo principio de la organización funcional del córtex cerebral.
El hemisferio izquierdo comienza a ejercer un papel esencial en la organización cerebral del lenguaje, así como en la organización de todas las formas superiores de actividad cognitiva -la percepción organizada en esquemas lógicos, la memoria verbal activa, el pensamiento lógico.
Mientras el hemisferio derecho ejerce un papel subdominante en la organización de estos procesos. Las funciones de las zonas secundarias y terciarias del hemisferio izquierdo -dominante- comienzan a diferir radicalmente de las funciones de las respectivas zonas del hemisferio derecho -no dominante-.

Este papel rector del hemisferio izquierdo como principio de lateralización progresiva de funciones distingue acusadamente la organización del cerebro humano de la de los animales cuya conducta no está organizada con la estrecha participación del lenguaje.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que no siempre se encuentra la absoluta dominancia de un hemisferio sobre otro y que la ley de lateralidad es solo relativa.
Solo una cuarta parte de las personas son completamente diestras y solo un tercio muestran una clara dominancia del hemisferio izquierdo. El resto se distingue por una dominancia relativamente ligera y en una décima parte la dominancia es totalmente ausente.

Breve sumario de lo dicho:

El segundo sistema funcional del córtex cerebral es un sistema para la recepción, codificación y almacenaje de la información.
Se localiza en las divisiones posteriores de los hemisferios cerebrales e incorpora las regiones visuales, -occipital-, auditivas, -temporal-, y sensorial general -parietal-, del córtex.
La organización de estas estructuras es jerárquica, pues están subdivididas en; áreas primarias -de proyección-  que reciben la información y la analizan; áreas secundarias -de proyección-asociación- responsables del codificado -síntesis- y de la conversión de las proyecciones somatotopicas  en organización funcional, y zonas terciarias -o de solapamiento- responsables del trabajo concertado  de los distintos analizadores  y de la producción de esquemas supramodales -simbólicos- bases de la forma compleja de actividad gnóstica.
Estas zonas jerárquicamente organizadas trabajan de acuerdo con el principio de especificidad modal decreciente y lateralización funcional creciente, a través de las cuales el cerebro puede desarrollar sus más complejas formas de trabajo. En la base de todo tipo de actividad cognitiva humana ligados por su origen con el trabajo y estructuralmente con la participación del lenguaje en la organización de los procesos mentales.


3ª Unidad: programación, regulación y verificación de la actividad.

La recepción, codificación y almacenaje de la información es solo un aspecto del proceso cognitivo humano. Otro de sus aspectos es la organización de la actividad consciente. Esta tarea está implícita en el 3º sistema funcional.

El hombre no reacciona pasivamente a la información que recibe, sino que crea intenciones, forma planes y programas de sus acciones, inspecciona su ejecución y regula su conducta para que esté de acuerdo con estos planes y programas, finalmente verifica su actividad consciente, comparando los efectos de sus acciones con las intenciones originales, corrigiendo cualquier error que haya cometido.

Todos estos procesos de actividad consciente requieren sistemas cerebrales muy distintos de los que hemos descrito anteriormente.

Si en los trabajos más simples hay siempre zonas aferentes y otras efectoras, así como un sistema de feedback que actúa como servomecanismo de control, son aún más esenciales unas estructuras especiales neuronales de este tipo para el trabajo cerebral cuando es necesaria la regulación de la actividad consciente compleja.

Estas tareas son desempeñadas por las estructuras de la 3ª unidad cuyas funciones se acaban de describir. Están localizadas en las regiones anteriores de los hemisferios antepuestas al giro precentral. El canal de salida para esta unidad es el córtex motor.

Contiene células piramidales gigantes cuyas fibras van hacia los núcleos motores espinales y hacia los músculos, formando una gran vía piramidal. Es de carácter proyeccional. Sus partes superiores son el origen de fibras que conducen a las extremidades inferiores, sus partes mediales conducen a las extremidades superiores del lado contralateral, mientras que las partes inferiores originan fibras que se dirigen a los músculos de la cara, labios y lengua.

El córtex motor proyectivo no puede trabajar aislado, todos los movimientos requieren en mayor o menor grado un fondo tónico, proporcionado por los ganglios basales y las fibras del sistema extrapiramidal.

En el 3º sistema eferente, los procesos transcurren en dirección descendente comenzando en los niveles superiores de las zonas secundaria y terciaria, donde los programas y planes motores se forman y pasando después a las estructuras del área motora primaria que envía los impulsos motores a la periferia.

La segunda característica que distingue el trabajo de la 3º unidad eferente del córtex respecto a la 2ª unidad aferente, es que la unidad no contiene en sí misma un número de diferentes zonas modalmente específicas que representan analizadores individuales, sino que consiste enteramente en sistemas de tipo motor, eferente, y está bajo la constante influencia de estructuras de la unidad aferente.  

El papel de la zona secundaria principal de la 3ª unidad es ejercido por las áreas premotoras de la región frontal. La estimulación de estas partes del córtex no da lugar a contracciones somatotopicas definidas de músculos individuales, sino a grupos de movimientos sistemáticamente organizados -volver los ojos, la cabeza, o todo el cuerpo y movimientos de asir con las manos- lo que evidencia el papel integrativo de estas zonas corticales en la organización del movimiento.

Otro punto importante es que la excitación se extiende a las partes más distantes.Las áreas premotoras pueden clasificarse entre las divisiones secundarias del córtex y puede considerarse que ejercen el mismo papel organizador con respecto a los movimientos que el ejercido por las zonas secundarias.  

La parte más importante de esta 3ª unidad son los lóbulos frontales, más precisamente las divisiones prefrontales, que a causa de no contener células piramidales son conocidas como el córtex frontal granular. Ejercen un papel decisivo en la formación de intenciones y programas, así como en la regulación y verificación de las más complejas formas de conducta. Una característica distinta de la región prefrontal es que tiene un sistema muy rico de conexiones, tanto con los niveles inferiores del cerebro como con todas las demás partes del córtex. Estas conexiones tienen carácter de ida y vuelta y están en una posición muy favorable para la recepción y síntesis del complejo sistema de impulsos aferentes de modo que pueden regular todas estas estructuras.

Es importante señalar que los lóbulos frontales están conectados con la formación reticular por haces bien desarrollados de fibras ascendentes y descendentes y que reciben de los sistemas de la 1ª unidad corrientes particularmente intensas de impulsos que los cargan con el tono energético apropiado. La presencia de influencias inhibidoras, activadoras y moduladoras sobre la formación reticular han sido ampliamente comprobadas. 

El córtex prefrontal juega un papel esencial en la regulación del estado de actividad, cambiando según las complejas intenciones y planes y con la ayuda del lenguaje. Esta región no madura hasta una época muy tardía en la ontogénesis y hasta los 4 a los 7 años, no está completamente preparada para la acción. Tiene un poderoso desarrollo en las etapas posteriores de la evolución y en el hombre ocupan una cuarta parte de la masa total del cerebro. Desempeña además otras funciones directamente relacionadas con la organización de la actividad. Con conexiones de ida y vuelta con las estructuras inferiores del tallo cerebral y diencéfalo, y también con todas las demás partes del córtex. Con abundantes conexiones entre los lóbulos y las regiones temporal, parietal y occipital, con la región límbica. Con un rico sistema de conexiones aferentes y eferentes entre las diversas áreas. 

Aún más, las porciones terciarias de los lóbulos frontales constituyen una superestructura sobre todas las demás partes del córtex, realizando un función mucho más universal de la regulación general de la conductaLa principal característica distintiva de la regulación de la actividad consciente humana es que esta regulación ocurre con la estrecha participación del lenguajeMientras que otras actividades más elementales pueden darse sin la participación del lenguaje, los procesos mentales superiores se forman y tienen lugar sobre la base de la actividad del lenguaje.



       Cuadro extraído del libro: Filogénesis de la Motricidad - Vitor da Fonseca - G. Nuñez Editor -

Interacciones entre las tres principales unidades funcionales del cerebro

Ninguna de estas unidades puede desarrollar una forma de actividad completamente independiente. La estructura sistémica compleja de los procesos psicológicos tiene lugar mediante el trabajo conjunto de las tres unidades, cada una de las cuales aporta su propia contribución.
Por ejemplo, sería un error considerar que la sensación y la percepción son procesos meramente pasivos. La sensación y más aún la percepción se consideran procesos activos que incorporan tanto componentes aferentes como eferentes. 
El carácter activo de los procesos perceptivos complejos es aún más obvio. La percepción siempre se basa en el uso de movimientos activos, buscadores, recogiendo datos. 
En todos los canales sensoriales se producen movimientos musculares no solo de los órganos concretos sino de otras zonas allegadas. 
Por otra parte, la percepción tiene lugar gracias a la acción combinada de las tres unidades cerebrales. La primera proporcionado el tono cortical necesario, la segunda realizando el análisis y la síntesis de la información, y la tercera proporcionando los movimientos de búsqueda.
La situación es similar para el movimiento voluntario y la acción. 
El movimiento voluntario y sobre todo la manipulación de objetos se basa en el trabajo combinado de diferentes partes del cerebro. Aportando nuevamente tono muscular adecuado, la percepción del movimiento, planes para la ejecución, regulando y comprobando el transcurso del movimiento y el carácter organizacional e intencional.




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