Es sorprendente, como estamos sujetos a nuestros esquemas mentales.
No sujetos, más aún, peor, atados.
Atados sin saberlo.
Creyendo que somos los más libres. Los más sapientes.
Cada uno tenemos nuestro esquema, nuestro castillo, de arena, pero todos son parecidos, todos son de piedra.
Piedra dura, compacta, infranqueable, duradera.
Rechazamos lo nuevo, lo distinto, lo que se sale de nuestro esquema.
Porque lo desconocemos y porque no queremos conocerlo, porque nuestro esquema mental, nuestro castillo bajo el que nos protegemos, nos refugiamos y nos escondemos, nos impide verlo.
Cada vez que vemos a alguien acercarse y hablarnos, reaccionamos como si fuera un enemigo.
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