Técnicas Corporales Aplicadas a personas mayores (ORIGEN DEL MÉTODO) -Prefacio del libro-


TÉCNICAS CORPORALES APLICADAS
a personas mayores y / o con déficits sensoriales, mentales o físicos.
-Psicomotricidad, Eutonía, Movimiento Orgánico, Relajación, Ritmo, Expresión Corporal-


Joaquín Benito Vallejo
ORIGEN DEL MÉTODO
(Prefacio del libro: Cuerpo, mente, comunicación -Bienestar integral en las personas mayores-)

          Hacia el año 1986 comencé a elaborar un programa de trabajo para la Tercera Edad, tomando como referencia la psicomotricidad, materia en la que había estado trabajando en los años anteriores con niños.
          Partía para ello de la concepción bio-psico-social del ser humano, -simplificada en el título del libro: “Cuerpo, mente, comunicación. Ediciones AMARU. Salamanca 2005”-, mediante la cual, pretendía desarrollar un enfoque múltiple del movimiento –del ejercicio físico, denominación que no me gusta-, organizado en torno a  tres aspectos: (1) El movimiento como fuente de salud física; (2) El movimiento como medio de estimulación sensorial y mental, y (3) El movimiento como medio de comunicación y de relación con los demás.
          (Más tarde, (4) mediante la práctica y la experiencia desarrollada, introduje un nuevo objetivo, que se ha ido erigiendo como el cimiento de todo el trabajo y el hilo conductor de él: El movimiento, el tácto, y el contacto corporal afectivo, como medio fundamental de engarzar todos los aspectos anteriores y basar en ello la metodología y la didáctica. (Expuesto en el libro: Educar-nos para la ternura -el tacto y el contacto corporal en ls relaciones humanas- Ed. Corona Borealis)

          En aquel momento, mis conocimientos sobre los múltiples y diferentes aspectos que caracterizan la vejez eran casi nulos, o peor aún, se remitían a  los cerrados tópicos negativos que circulan sobre las personas mayores.
          Con la intención de clarificar mis ideas  y adquirir los conocimientos  precisos traté de consultar toda la bibliografía posible, respecto a esa etapa de la vida, tanto sobre cuestiones teóricas, -físicas, psicológicas, evolutivas, sociales...-, como, respecto a prácticas corporales llevadas a cabo.
          La  bibliografía era escasa y los conocimientos aportados no fueron muy importantes, pero me abrieron la puerta para seguir leyendo, investigando y  profundizando en los años posteriores, llegando a formarme una idea propia de la vejez, apoyada sobre todo, en la observación y la práctica diarias con mis alumnos "viejos" que se iniciaría a partir de entonces.


         El proyecto elaborado me pareció completamente novedoso en relación con los textos consultados. Se impartían algunas técnicas corporales, sobre todo gimnasia, en la mayoría de los Centros de Mayores existentes entonces. Se había llevado a cabo alguna experiencia  en el campo psicomotriz, pero su enfoque mecanicista no me interesaba. Al no encontrar nada de tan alto alcance como lo que yo proponía, confié en que fuera bien acogido.  Así pues, con ciertas dosis de esperanza  recorrí los Centros de Tercera Edad pertenecientes al Ayuntamiento de Madrid en sus diversos distritos, presentando el proyecto. Sin embargo, a nadie pareció interesarle lo más mínimo. [1]

          Por fin, Mercedes Sánchez, en aquellos momentos subdirectora del Centro Cultural Galileo regido por la J. M. de Chamberí, -y por el PSOE-, se entusiasmó con el proyecto y decidió ponerlo en marcha.
          Empezamos a trabajar con un par de grupos formados por 14 personas cada uno, en Marzo de 1988. Al curso siguiente, el departamento de Servicios Sociales se hizo cargo de la actividad, ampliándose los grupos hasta cuatro. Posteriormente, -y como referente del primero-, me fueron  llegando solicitudes de otros Centros pertenecientes al Ministerio de Asuntos Sociales (Sagasta, Vallecas, Alonso Heredia, Alonso Cano, Tetuán).

          Mercedes Ridocci, mi compañera profesional y sentimental, se incorporó a trabajar en dos de estos centros puesto que yo no abarcaba todo. En el año 2004, en que se escribía el libro que narra esta experiencia  “Cuerpo, mente comunicación” [2] estábamos trabajando en cuatro Centros de Día con una media de 5 grupos diarios compuestos por unas 25 personas entre 65 y 94 años. En total, 20 grupos con cerca de 500 personas mayores seguían nuestras clases asiduamente.

     Como se comprenderá no se trata de una experiencia accidental de corta duración y restringida a un escaso número de personas, sino de una labor consolidada mediante un método que lleva desarrollándose desde el año 1987 hasta el 2011, -más de 23 años y que abarca a un gran número de personas. En los últimos años 2009 – 2011 los grupos habían aumentado.

       AUNQUE el punto de partida metodológico para elaborar el proyecto se basó en la psicomotricidad, a la vez que fueron definiéndose los objetivos teóricos, surgió también la necesidad de apoyarme en otras materias que me posibilitaran llevar a la práctica esos planteamientos globales y sistémicos.
          Conocía otras técnicas corporales relacionadas con las gimnasias suaves y comenzaba también a conocer la Expresión Corporal  y el Movimiento Orgánico, [3] métodos éstos introducidos en España por M. Schinca, de la cual era alumna  M. Ridocci, la que me convenció para estudiarlos y practicarlos. Fueron sobre todo estas  materias y más tarde  la Eutonía, las que complementaron y enriquecieron el campo de la Psicomotricidad.

          El Movimiento Orgánico, cuyas leyes fueron expuestas en una obra anterior [4] fue consolidándose día a día como el eje central de todo el trabajo, apoyado eso sí, por las otras materias.

          Puedo decir claramente que fue creándose un método propio donde quedaron integradas algunos aspectos de esas disciplinas. Los cimientos y la estructura de ese edificio metodológico es sin duda el Movimiento Orgánico, al que han ido reforzando algunos de los planteamientos teórico-prácticos de las otras especialidades, de tal modo que el método ha ido levantándose de una manera más sólida, profunda, rica y científica.

           La Psicomotricidad ha aportado los conceptos teóricos fundamentales relativos al esquema corporal, de los que hay que destacar los estudios sobre el tono, y especialmente a H. Wallon. Diversas técnicas corporales en torno a las gimnasias suaves, de las que  destaco, aquellas que se basan en el trabajo sobre la estructura corporal (el Método Meziers,  y el Rolfing -aunque éste no es precisamente una gimnasia, es el  más profundo que he encontrado), me  ayudaron a definir las leyes de la postura correcta.

          A la Eutonía, le asigno una gran aportación sobre estimulación,  sensibilización corporal y comunicación tónica, base del contacto  corporal afectivo, mencionado anteriormente, como el objetivo primordial.  

          En cuanto a los aspectos relativos a la estructuración mental (orden, memoria, coordinación, disociación, estructuración temporal y espacial, secuencialidad, etc.), son capacidades de las que se preocupan especialmente tanto la Psicomotricidad, como el Movimiento Orgánico, como la Expresión Corporal aunque de distinta forma.

          Esta última ha favorecido además los aspectos vivenciales, emocionales y lúdicos, así como  la investigación, la creatividad  y la comunicación.

          No cabe duda de que,  las relaciones, implicaciones y aportaciones de las diversas materias no pueden simplificarse tanto como lo he hecho en las líneas anteriores, todo es, mucho más amplio, complejo e indefinido. Valgan estas palabras solamente como una orientación.

         
          El libro “Cuerpo, mente, comunicación” pretendía exponer una síntesis del trabajo desarrollado durante todos estos años con las personas mayores. Esta síntesis intenta dejar claros los objetivos más esenciales de la metodología, dentro de esa múltiple visión: física – sensorial – mental - comunicacional, así como los medios para alcanzarlos.

          Tanto las metas propuestas como las vías para llegar a ellas, se han ido clarificando con la práctica diaria de todos estos años. Han exigido una búsqueda pedagógica constante para adaptar los objetivos a las capacidades de los grupos y de cada persona en particular. Este aspecto no es fácil y, a veces, incluso imposible, sobre todo, cuando se trabaja con un grupo de personas numeroso en el que no se puede mantener la atención que cada persona necesita.
          Reconozco que en beneficio de que pudieran acceder a la actividad, más personas, -ya que la lista de espera era enorme-, fui admitiendo cada año más participantes en los grupos, hasta 28 – 30 al final, mientras que al principio no permitía más de 14 personas. Pensaba que ésta solución siempre sería mejor que impedirles la posibilidad de participar, pero a veces  lo dudo, pues  la atención a las personas que más lo necesitan, se vio reducida.
          Sin embargo, la experiencia pedagógica de todos estos años me ha ayudado a organizarme y trabajar con grandes grupos sin descuidar la atención personal. Aunque tampoco  cabe ninguna  duda de que la auténtica solución debe ser aplicada por parte de las administraciones, aumentando el número de horas, de grupos y de profesionales y no querer permanecer con los mismos presupuestos de hace más de 20 años en que la demanda era mucho menor que hoy. (Ya he comentado, respecto a esto como ha empeorado la situación)

          Quiero recalcar, que mi objetivo no es “entretener”, lo que se hace o se pretende a menudo con las personas mayores, -para mantenerlas ocupadas o para que al final vayan a votar al político de turno-, menospreciando sus potenciales, y el trabajo serio que se puede hacer con esas personas de edad avanzada, interesándose más por paliar el posible deterioro de sus facultades.
         
          Tampoco trato de rebajar los objetivos con la excusa de que los mayores no disponen de las capacidades suficientes para entenderlos ni llevarlos a cabo. Si no los comprenden es porque no se les plantean de la forma adecuada, por lo tanto, hay que buscar los medios idóneos para que lo entiendan.

          En esto consiste la pedagogía, en una búsqueda e investigación constante de recursos y fórmulas para motivar a aprender, a comprender, a sentir y a desarrollarse. No se trata de transmitir unas recetas que el alumno ha de repetir mecánicamente sin entender. Se trata de estar disponible para el alumno, de tener la actitud de  enseñar a sentir, a descubrir, a entender y comprender, partiendo del nivel y de las capacidades que cada uno posee en cada momento, desde las que pueda ir creciendo y evolucionando desde lo más simple a lo más complejo.

          Pero además, tampoco se puede transmitir nada si uno no lo ha vivido antes personalmente. -Yo no  puedo enseñar a sentir si yo no siento lo que digo y no estoy plenamente convencido de ello. Yo no puedo motivar si no estoy motivado-.  

          En mi caso, yo estoy plenamente convencido de que los viejos, de que a cualquier edad y en cualquier condición, se puede aprender  y cambiar. Y estoy motivado para llevarlo a cabo cueste lo que cueste, aunque a algunos lectores les parezca una empresa idealista e inalcanzable.

       Para el profesor, es necesario estar siempre aprendiendo y evolucionando,  buscando nuevos caminos, no sólo para poder  llegar a cada persona, sino para seguir aportándole nuevas  vivencias y aprendizajes. No puede haber recetas fijas, porque éstas vuelven la vivencia mecánica e impiden la propia investigación y la aportación de sensaciones nuevas. Tampoco las recetas valen para todas las personas, lo que significaría además, que los alumnos han de someterse al esquema de las propuestas del profesor, y debe ser al contrario.

      La pedagogía, -insisto-, es lo contrario: los medios han de ponerse al servicio de las personas. Y como cada persona es distinta, hay que estar siempre dispuestos a buscar los medios idóneos para acceder a ellas. Hay que hacerles vivenciar los ejercicios propuestos. No solo que los entiendan intelectualmente, sino, sobre todo, que los "entiendan" corporalmente, lo que significa sentirlos, experimentarlos. 

          Los objetivos teóricos previos se  han ido  especificando más claramente basándome en las necesidades de las personas con las que he trabajado. He observado cuáles eran sus comportamientos psicomotores, cuáles sus capacidades, cuáles las deficiencias más notables. He comprobado estos comportamientos no solo en las personas mayores, sino también en los jóvenes. Puedo decir claramente que entre jóvenes y viejos los problemas que aparecen son comunes. La única diferencia es que en las personas mayores están más arraigados.
          Esto ocurre así por una razón muy simple, a excepción de que intervengan accidentes o enfermedades de algún tipo, los comportamientos y sus correspondientes alteraciones, se originan en las primeras etapas de la vida. Pueden ir consolidándose después o transformándose, dependiendo de la actitud personal y las circunstancias que  rodean a cada uno.

          Si los problemas no se solucionan, se van agravando con el tiempo, adquiriendo su manifestación más notable en la madurez o en la vejez, por lo que suele creerse que las deficiencias pertenecen exclusivamente a esta etapa de la vida. Sin embargo, los problemas se han generado antes y se han consolidado mediante el estilo de vida desarrollado. 

          Los comportamientos quedan estancados o retroceden en muchos casos, a niveles casi rudimentarios y tanto los recursos motores como el conocimiento corporal son deficientes, no por haber llegado la edad de la vejez, sino por no haberlos desarrollado adecuadamente durante las etapas anteriores de la vida.

          Las deficiencias a las que me refiero corresponden tanto al plano físico (estructura corporal, movilidad, tensión muscular, rigidez articular, disfunciones orgánicas, problemas óseo-musculares, etc.),  como al plano psíquico (conocimiento o imagen corporal, mecanicismo, nerviosismo, dispersión, ansiedad,  descoordinación, desestructuración mental, etc.), y por consiguiente, repercuten  en la relación y la comunicación con los demás –plano comunicacional- (capacidad de escucha, comprensión, adaptación, participación, etc.).
          Insisto en que hay similitudes en estos comportamientos entre la juventud y la vejez. Con la vejez no se pierden las aptitudes, se pierden por no practicarlas convenientemente. Todos los aspectos están interrelacionados formando parte del proceso de desarrollo, de la cultura y de la educación, de las posibilidades  que la sociedad ha ofrecido o negado.

          Por estas razones, el libro “Cuerpo, mente, comunicación”, no puede ni debe ser dirigido exclusivamente a las personas mayores. Porque los problemas detectados en los mayores no son propios ni consecuencia de la edad, sino que son el resultado lógico de una forma de vida -de una forma inadecuada de vivir y de utilizar el cuerpo y la mente-, que tiene su origen en los comienzos de la vida y que se relaciona con la educación, la cultura, la economía, el carácter, la actividad laboral. Las aptitudes y los problemas se van solidificando con el paso del tiempo. Las aptitudes se mantienen plenas si se cultivan. Los problemas se agravan y se hacen irreversibles en muchos casos si se dejan y no se les busca solución. En otros casos, el deterioro podrá aliviarse solo en parte, y en la mayoría, habrá adquirido tal magnitud, que quizá  lo máximo que podamos hacer sea ralentizarlo. La solución idónea está en la prevención desde la juventud, en adquirir una practica y un  estilo de vida, adecuados.
          Dicho más claramente con un ejemplo: no se puede detener el Alzheimer a la edad en que esta enfermedad ya ha brotado, con ejercicios de estimulación, sino previniéndola anteriormente, antes de que surja. (Bien es verdad, que el Alzheimer no se sabe exactamente a qué es debido. El deterioro mental que  acarrea y que la define, se ignora si es por falta de estímulo sensorial, por trastornos emocionales, si depende de algún gen o de algún virus)

       La actividad física, -multidimensional-, que propongo, ha de entenderse como la adquisición de unos hábitos esenciales de higiene vital, más importantes incluso que la limpieza dental, el cuidado de la piel, la alimentación o el descanso nocturno. Igual que estos cuidados han de mantenerse diariamente, es necesaria la realización periódica de ejercicio o movimiento adecuado en cuanto a cantidad y calidad. Debe establecerse desde los primeros años de la vida y entenderse como una serie de reglas esenciales de la educación y el desarrollo personal. Debe ser uno de los puntales esenciales de un nuevo modo de vida con una perspectiva más profunda que la preocupación obsesiva por la salud física.
       Debe enmarcarse dentro de un estilo de vida que prime la calidad integral en la que se incluye la potenciación de todos los sentidos; de una mente sana, abierta, despierta, comprensiva; el conocimiento de uno mismo y de la realidad que nos rodea; la sensibilización, la consciencia, la comunicación mutua, la creatividad.

          Estas propuestas no son ningún lujo. Son las condiciones básicas para el desarrollo de las capacidades humanas más esenciales que han de establecerse desde la escuela formando parte  de las reglas básicas de la educación. Forman parte de los derechos fundamentales de las personas, porque sin esas bases, el desarrollo de la persona peligra.

          ¿No es lo más básico y esencial de la educación de cada persona, el conocimiento de su propio cuerpo, su utilización correcta, el desarrollo de sus posibilidades de movimiento -que son los medios de relacionarse con el entorno-, y de sus capacidades sensoriales, cognitivas y  comunicativas?

        El cuerpo es la persona, es el SER, es el sujeto. Todo lo que hace el cuerpo desde los primeros días de la vida va definiendo el SER propio, la persona, LA PERSONALIDAD. Las carencias corporales se traducen más tarde en deficiencias personales. Educar al cuerpo, en todas sus capacidades y potencialidades sensoriales y de movimiento significa  la consolidación del SER.

          Esta serie de aspectos constituyen los elementos básicos para convertirse en "ser" humano. La educación actual sacrifica a los seres humanos, a cambio de convertirles en máquinas. Gestos, movimientos, pensamientos y deseos están mecanizados, inculcados, domesticados. Al cuerpo se le instala un sotfward, programando su comportamiento, sus reacciones. En lugar de favorecer el desarrollo de sus capacidades humanas se les convierte en máquinas “obedientes” de producción. En lugar de posibilitarles SER, se les engaña con la falacia del aparentar y “tener”. Poder tener de todo, consumirlo, devorarlo, depredar la naturaleza y la tierra, explotar y poseer a las demás personas. A cambio, sin embargo, no se tienen ni se conocen a sí mismos. A pesar de poseerlo todo, uno se encuentra profundamente insatisfecho y solo. Es precisamente esa carencia vital, esa desposesión de sí mismo, lo que origina la gula de poseer a los demás.

            No desarrollar las posibilidades motrices y perceptivas conlleva desconocer el propio cuerpo. Este desconocimiento acarrea problemas internos y  externos; en el desarrollo del propio ser y en  la relación con el entorno; tanto a niveles físicos como psíquicos.

          De esta manera, el movimiento queda reducido a esquemas  de acción muy elementales, rudimentarios, restringidos tan solo a la realización de las tareas cotidianas que permiten la supervivencia, casi a niveles vegetativos. En este estado, el deterioro del cuerpo, de la mente y de las relaciones, se acelera. La causa fundamental no es el paso de los años,  no es la edad, es el mal uso en que el cuerpo y la persona se han desenvuelto los años anteriores.

          Hemos de enseñar a sentir y disfrutar del movimiento, explorando el entorno, expresando los propios sentimientos  y  comunicándonos con los demás, desde  los primeros años de la vida. Hemos de establecer las condiciones necesarias y el hábito cotidiano de practicar el movimiento adecuado en cuanto a cantidad y calidad según las leyes naturales del movimiento. Esta educación y esta práctica, enmarcadas dentro de un modelo global de vida más sano, sería el mejor método para mantener las capacidades corporales y  mentales  en un estado óptimo hasta la edad avanzada. Es un método de educación y prevención que ahorraría además muchos gastos  sociales, en los tratamientos que los deterioros de las personas mayores requieren.

          Si los jóvenes se habitúan a realizar periódicamente una técnica corporal adecuada, rica y variada, que potencie todas las dimensiones humanas, no solamente en el plano físico, sino también  cognitivo, comunicativo y creativo, se van a sentir mejor cada día y van a invertir en salud integral bio-psco-social, para los años futuros.

          En todo caso nunca es tarde, las personas de más de 60 años que se decidan a realizar un ejercicio físico y mental periódico por primera vez, van a encontrar tal satisfacción que nunca van a querer dejarlo, como muchos de nuestros alumnos nos confiesan a menudo.

          El movimiento detendrá o enlentecerá el proceso de deterioro; se recuperarán capacidades perdidas; se aliviará o se solucionarán dolencias de espalda: lumbagos, etc.; se encontrarán mejor psíquicamente, aumentará su calidad de vida y sus ganas de vivir; se favorecerán las relaciones y la comunicación..., pero, he de lamentar, que será muy difícil sino imposible, corregir problemas de deterioro muy pronunciados, ya sean físicos (una estructura corporal muy deformada, una cifosis, rigideces articulares o musculares diversas, etc.), (regenerar neuronas que llevan mucho tiempo sin ser utilizadas), o psíquicos (sensibilizar, despertar o capacitar una mente abotargada o desestructurada). Quizá, eso sí, puedan sentirse más felices, pero el único método válido es la prevención, aprendiendo a vivir de otra manera, en la juventud, en la infancia, cuanto antes mejor,  y no dejar de practicarlo nunca. Practicarlo es vivir. El movimiento es vida.

          Por otra parte, este libro va dirigido a personas, que aunque ronden los 80 años se encuentren relativamente bien. Quedan dispensadas aquellas personas que sufren un deterioro físico y mental grande, para los que esperamos poder dedicar otro libro más adelante, dirigido tanto a su cuidado como a su activación. Y sobre todo, también es necesaria una atención más personalizada,  invidualizada o en pequeños grupos.

          Quiero que sirva a todo tipo de personas desde un nivel cultural medio o bajo, pero sé con pena, que las personas que más lo necesitan no pueden acceder a él por falta de medios culturales o cognitivos, como es el hábito de la lectura. Para estos casos, sobre todo, es necesario que las administraciones dediquen mayores presupuestos a la realización de actividades y talleres psicofísicos y culturales dirigidos a las personas más necesitadas en los aspectos económicos, físicos, cognitivos, sociales y culturales, después se lo van a ahorrar en asistencia hospitalaria.

          Con el transcurrir de los años quise transmitir mi metodología de trabajo a otras personas interesadas y formarlas como profesores. El campo de la Tercera Edad, aparecía con muchos intereses y posibilidades de trabajo, sin embargo, desde mi punto de vista seguían escaseando métodos y formas integrales, profundas y serias.  (Ya he comentado que a los viejos, dicho de una manera simplista, solo se les quería entretener, y con ello justificar que se dedican actividades a su mantenimiento). Sigo considerando que mi metodología, es la más completa y profunda que conozco, pero carece de los alcances propagandísticos de otras técnicas más mediocres. Quiero formar a profesionales desde el anhelo y el respeto más profundo que siempre he  puesto en mi trabajo. Quiero transmitirles la pasión con la que yo me dedico a ello. 
          Quiero dedicar mi libro a todos aquellos que quieran dedicar su profesión a desarrollar esta disciplina trabajando con personas mayores o ancianas. Quiero que les motive a trabajar, a investigar nuevos medios, que se arriesguen a ser idealistas y utópicos a la vez que realistas, que no pongan límites a aquello que no lo tiene, al contrario, que abran puertas y perspectivas donde ya se habían cerrado. Que valoren y defiendan su trabajo ante la sociedad y ante las administraciones. Trabajar con “viejos” no es valorado porque los viejos no son valorados. Solamente se les quiere entretener, tenerles contentos para cuando llegue el día de las elecciones.
           Y hay que dejar de considerar “monitores” y “animadores” –porque son términos un tanto despectivos, que dan a entender que cualquiera con una mínima y escasa preparación puede trabajar con las personas mayores-.  Trabajar con seriedad porque las personas desarrollen de modo íntegro sus potenciales, exige una preparación personal, una profesionalidad y un interés  más allá que el de tener un trabajo. Para alcanzar los objetivos que propongo el profesional ha de sentirse realizado y entusiasmado haciéndolo, en caso contrario es mejor que se dedique a otra cosa.





[1] Resulta increíble cómo ha cambiando el tiempo –para peor-, en tan pocos años. Entonces, a la salida de la dictadura franquista, los centros sociales y culturales empezaban a estar en auge, y en Madrid especialmente con la entrada del gobierno socialista. Crecieron y se dinamizaron. Con la entrada del PP en los gobiernos, los centros comenzaron a privatizar los servicios de una manera solapada y progresiva hasta su desmantelación casi total antes ya de la llegada de la crisis. Esta ha sido solo la excusa para acabar definitivamente con todos los progresos alcanzados desde la salida del franquismo, encontrándonos hoy, peor aún, en algunos casos que con el dictador Franco.

[2] En la actualidad, año 2012, ya no trabajamos en estos Centros. Algunas actividades fueron eliminadas, las demás privatizadas. La privatización significa, que las actividades que antes desarrollaban los profesionales X se las han dado a empresas privadas, siendo el profesional despedido o pasando éste a trabajar con la nueva empresa por la mitad del salario aproximadamente. (10€ la hora).

[3] Esta denominación fue introducida por mi tras elaborar las líneas teóricas y las variaciones oportunas desarrollando una metodología distinta,  expuestas en el libro “Cuerpo en armonía”. M. Shinca lo denominaba “Gimnasia consciente”.

[4] “Cuerpo en armonía”. Editorial INDE Barcelona 2000.

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