TÉCNICAS CORPORALES APLICADAS
a personas mayores y / o con déficits
sensoriales, mentales o físicos.
-Psicomotricidad, Eutonía, Movimiento
Orgánico, Relajación, Ritmo, Expresión Corporal-
Joaquín
Benito Vallejo
ORIGEN DEL MÉTODO
(Prefacio del libro: Cuerpo, mente, comunicación -Bienestar integral en las personas mayores-)
(Prefacio del libro: Cuerpo, mente, comunicación -Bienestar integral en las personas mayores-)
Hacia el
año 1986 comencé a elaborar un programa de trabajo para la Tercera Edad,
tomando como referencia la psicomotricidad, materia en la que había estado
trabajando en los años anteriores con niños.
Partía
para ello de la concepción
bio-psico-social del ser humano,
-simplificada en el título del libro: “Cuerpo,
mente, comunicación. Ediciones AMARU. Salamanca 2005”-, mediante la cual,
pretendía desarrollar un enfoque
múltiple del movimiento –del ejercicio físico, denominación que no me
gusta-, organizado en torno a tres aspectos:
(1) El movimiento como fuente de salud física; (2) El movimiento como
medio de estimulación sensorial y mental, y (3) El movimiento como medio de
comunicación y de relación con los demás.
(Más
tarde, (4) mediante la práctica y la
experiencia desarrollada, introduje un nuevo objetivo, que se ha ido erigiendo
como el cimiento de todo el trabajo y el hilo conductor de él: El movimiento, el tácto, y el contacto corporal
afectivo, como medio fundamental de engarzar todos los aspectos anteriores y
basar en ello la metodología y la didáctica. (Expuesto en el libro: Educar-nos para la ternura -el tacto y el contacto corporal en ls relaciones humanas- Ed. Corona Borealis)
En aquel momento, mis conocimientos sobre los múltiples y
diferentes aspectos que caracterizan la vejez eran casi nulos, o peor aún, se
remitían a los cerrados tópicos
negativos que circulan sobre las personas mayores.
Con
la intención de clarificar mis ideas y
adquirir los conocimientos precisos
traté de consultar toda la bibliografía posible, respecto a esa etapa de la
vida, tanto sobre cuestiones teóricas, -físicas, psicológicas, evolutivas,
sociales...-, como, respecto a prácticas corporales llevadas a cabo.
La bibliografía era escasa y los conocimientos
aportados no fueron muy importantes, pero me abrieron la puerta para seguir
leyendo, investigando y profundizando en
los años posteriores, llegando a formarme una idea propia de la vejez, apoyada
sobre todo, en la observación y la práctica diarias con mis alumnos
"viejos" que se iniciaría a partir de entonces.
El proyecto elaborado me pareció completamente novedoso en relación con
los textos consultados. Se impartían algunas técnicas corporales, sobre todo
gimnasia, en la mayoría de los Centros de Mayores existentes entonces. Se había
llevado a cabo alguna experiencia en el
campo psicomotriz, pero su enfoque mecanicista no me interesaba. Al no
encontrar nada de tan alto alcance como lo que yo proponía, confié en que fuera
bien acogido. Así pues, con ciertas
dosis de esperanza recorrí los Centros
de Tercera Edad pertenecientes al Ayuntamiento de Madrid en sus diversos
distritos, presentando el proyecto. Sin embargo, a nadie pareció interesarle lo
más mínimo. [1]
Por fin, Mercedes Sánchez, en aquellos
momentos subdirectora del Centro Cultural Galileo regido por la J. M. de
Chamberí, -y por el PSOE-, se entusiasmó con el proyecto y decidió ponerlo en
marcha.
Empezamos a trabajar con un par de grupos
formados por 14 personas cada uno, en Marzo de 1988. Al curso siguiente, el
departamento de Servicios Sociales se hizo cargo de la actividad, ampliándose
los grupos hasta cuatro. Posteriormente, -y como referente del primero-, me
fueron llegando solicitudes de otros
Centros pertenecientes al Ministerio de Asuntos Sociales (Sagasta, Vallecas, Alonso
Heredia, Alonso Cano, Tetuán).
Mercedes
Ridocci, mi compañera profesional y sentimental, se incorporó a trabajar en dos
de estos centros puesto que yo no abarcaba todo. En el año 2004, en que se
escribía el libro que narra esta experiencia
“Cuerpo, mente comunicación” [2]
estábamos trabajando en cuatro Centros de Día con una media de 5 grupos diarios
compuestos por unas 25 personas entre 65 y 94 años. En total, 20 grupos con
cerca de 500 personas mayores seguían nuestras clases asiduamente.
Como se comprenderá no se trata de una experiencia accidental de corta
duración y restringida a un escaso número de personas, sino de una labor
consolidada mediante un método que lleva desarrollándose desde el año 1987
hasta el 2011, -más de 23 años y que abarca a un gran número de personas. En
los últimos años 2009 – 2011 los grupos habían aumentado.
AUNQUE el punto
de partida metodológico para elaborar el proyecto se basó en la
psicomotricidad, a la vez que fueron definiéndose los objetivos teóricos,
surgió también la necesidad de apoyarme en otras materias que me posibilitaran
llevar a la práctica esos planteamientos globales y sistémicos.
Conocía
otras técnicas corporales relacionadas con las gimnasias suaves y comenzaba
también a conocer la Expresión Corporal
y el Movimiento Orgánico, [3]
métodos éstos introducidos en España por M. Schinca, de la cual era alumna M. Ridocci, la que me convenció para
estudiarlos y practicarlos. Fueron sobre todo estas materias y más tarde la Eutonía, las que complementaron y
enriquecieron el campo de la Psicomotricidad.
El Movimiento Orgánico, cuyas leyes fueron
expuestas en una obra anterior [4]
fue consolidándose día a día como el eje central de todo el trabajo, apoyado
eso sí, por las otras materias.
Puedo decir claramente que fue creándose un método propio donde quedaron
integradas algunos aspectos de esas disciplinas. Los cimientos y la estructura
de ese edificio metodológico es sin duda el Movimiento Orgánico, al que han ido
reforzando algunos de los planteamientos teórico-prácticos de las otras
especialidades, de tal modo que el método ha ido levantándose de una manera más
sólida, profunda, rica y científica.
La Psicomotricidad
ha aportado los conceptos teóricos fundamentales relativos al esquema corporal,
de los que hay que destacar los estudios sobre el tono, y especialmente a H.
Wallon. Diversas técnicas corporales en torno a las gimnasias suaves, de las
que destaco, aquellas que se basan en el
trabajo sobre la estructura corporal
(el Método Meziers, y
el Rolfing -aunque éste no es precisamente una gimnasia, es el
más profundo que he encontrado), me
ayudaron a definir las leyes de la postura correcta.
A la Eutonía, le asigno una gran aportación
sobre estimulación, sensibilización
corporal y comunicación tónica, base del contacto corporal afectivo,
mencionado anteriormente, como el objetivo primordial.
En
cuanto a los aspectos relativos a la estructuración
mental (orden, memoria, coordinación, disociación, estructuración temporal
y espacial, secuencialidad, etc.), son capacidades de las que se preocupan
especialmente tanto la Psicomotricidad,
como el Movimiento Orgánico, como la
Expresión Corporal aunque de
distinta forma.
Esta
última ha favorecido además los aspectos
vivenciales, emocionales y lúdicos, así como la investigación,
la creatividad y la comunicación.
No cabe duda de que, las relaciones, implicaciones y aportaciones
de las diversas materias no pueden simplificarse tanto como lo he hecho en las
líneas anteriores, todo es, mucho más amplio, complejo e indefinido. Valgan estas
palabras solamente como una orientación.
El libro “Cuerpo, mente, comunicación” pretendía exponer una síntesis
del trabajo desarrollado durante todos estos años con las personas mayores.
Esta síntesis intenta dejar claros los objetivos más esenciales de la
metodología, dentro de esa múltiple visión: física – sensorial – mental -
comunicacional, así como los medios para alcanzarlos.
Tanto
las metas propuestas como las vías para llegar a ellas, se han ido clarificando
con la práctica diaria de todos estos años. Han exigido una búsqueda pedagógica constante para adaptar los
objetivos a las capacidades de los grupos y de cada persona en particular. Este
aspecto no es fácil y, a veces, incluso imposible,
sobre todo, cuando se trabaja con un grupo de personas numeroso en el que no se
puede mantener la atención que cada persona necesita.
Reconozco
que en beneficio de que pudieran acceder a la actividad, más personas, -ya que
la lista de espera era enorme-, fui admitiendo cada año más participantes en
los grupos, hasta 28 – 30 al final, mientras que al principio no permitía más
de 14 personas. Pensaba que ésta solución siempre sería mejor que impedirles la
posibilidad de participar, pero a veces
lo dudo, pues la atención a las
personas que más lo necesitan, se vio reducida.
Sin
embargo, la experiencia pedagógica de
todos estos años me ha ayudado a organizarme y trabajar con grandes grupos sin
descuidar la atención personal. Aunque tampoco cabe ninguna
duda de que la auténtica solución debe ser aplicada por parte de las
administraciones, aumentando el número de horas, de grupos y de profesionales y
no querer permanecer con los mismos presupuestos de hace más de 20 años en que
la demanda era mucho menor que hoy. (Ya he comentado, respecto a esto como ha
empeorado la situación)
Quiero recalcar, que mi objetivo
no es “entretener”, lo que se hace o se pretende a menudo con las personas
mayores, -para mantenerlas ocupadas o para que al final vayan a votar al
político de turno-, menospreciando sus potenciales, y el trabajo serio que se
puede hacer con esas personas de edad avanzada, interesándose más por paliar el
posible deterioro de sus facultades.
Tampoco trato de rebajar los objetivos con
la excusa de que los mayores no disponen de las capacidades suficientes para
entenderlos ni llevarlos a cabo. Si no los comprenden es porque no se les plantean de la
forma adecuada, por lo tanto, hay que buscar los medios idóneos para
que lo entiendan.
En esto consiste
la pedagogía, en una búsqueda e investigación constante de recursos y fórmulas
para motivar a aprender, a comprender, a sentir y a desarrollarse. No se trata de
transmitir unas recetas que el alumno ha de repetir mecánicamente sin entender.
Se trata de estar disponible para el alumno, de tener la actitud de enseñar a sentir, a descubrir, a entender y
comprender, partiendo del nivel y de las capacidades que cada uno
posee en cada momento, desde las que pueda ir creciendo y evolucionando desde
lo más simple a lo más complejo.
Pero
además, tampoco se puede transmitir nada
si uno no lo ha vivido antes personalmente. -Yo
no puedo enseñar a sentir si yo no
siento lo que digo y no estoy plenamente convencido de ello. Yo
no puedo motivar si no estoy motivado-.
En mi caso, yo estoy plenamente convencido
de que los viejos, de que a cualquier edad y en cualquier condición, se puede
aprender y cambiar. Y estoy motivado
para llevarlo a cabo cueste lo que cueste, aunque a algunos lectores les
parezca una empresa idealista e inalcanzable.
Para el profesor,
es necesario estar siempre aprendiendo y evolucionando, buscando nuevos caminos, no sólo para poder llegar a cada persona, sino para seguir
aportándole nuevas vivencias y
aprendizajes. No puede haber recetas
fijas, porque éstas vuelven la vivencia mecánica e impiden la propia
investigación y la aportación de sensaciones nuevas. Tampoco las recetas
valen para todas las personas, lo que significaría además, que los alumnos han
de someterse al esquema de las propuestas del profesor, y debe ser al
contrario.
La
pedagogía, -insisto-, es lo contrario: los medios han de ponerse al servicio de
las personas. Y como cada persona es distinta, hay que estar siempre dispuestos
a buscar los medios idóneos para acceder a ellas. Hay que hacerles vivenciar
los ejercicios propuestos. No solo que los entiendan intelectualmente, sino,
sobre todo, que los "entiendan" corporalmente, lo que significa
sentirlos, experimentarlos.
Los objetivos teóricos previos se
han ido especificando más
claramente basándome en las necesidades de las personas con las que he trabajado.
He observado cuáles eran sus
comportamientos psicomotores, cuáles sus capacidades, cuáles las deficiencias
más notables. He comprobado estos comportamientos no solo en las personas
mayores, sino también en los jóvenes. Puedo decir claramente que entre jóvenes y viejos los problemas que
aparecen son comunes. La única
diferencia es que en las personas mayores están más arraigados.
Esto
ocurre así por una razón muy simple, a excepción de que intervengan accidentes
o enfermedades de algún tipo, los comportamientos y sus correspondientes
alteraciones, se originan en las primeras etapas de la vida. Pueden ir
consolidándose después o transformándose, dependiendo de la actitud personal y
las circunstancias que rodean a cada
uno.
Si los problemas no se solucionan, se van
agravando con el tiempo, adquiriendo su manifestación más notable en la madurez
o en la vejez, por lo que suele creerse que las deficiencias pertenecen
exclusivamente a esta etapa de la vida. Sin embargo, los problemas se han
generado antes y se han consolidado mediante el estilo de vida desarrollado.
Los
comportamientos quedan estancados o retroceden en muchos casos, a niveles casi
rudimentarios y tanto los recursos motores como el conocimiento corporal son
deficientes, no por haber llegado la edad de la vejez, sino por no haberlos
desarrollado adecuadamente durante las etapas anteriores de la vida.
Las
deficiencias a las que me refiero corresponden
tanto al plano físico (estructura
corporal, movilidad, tensión muscular, rigidez articular, disfunciones
orgánicas, problemas óseo-musculares, etc.), como al
plano psíquico (conocimiento o
imagen corporal, mecanicismo, nerviosismo, dispersión, ansiedad, descoordinación,
desestructuración mental, etc.), y por consiguiente, repercuten en la relación y la comunicación con los
demás –plano comunicacional- (capacidad de escucha, comprensión,
adaptación, participación, etc.).
Insisto
en que hay similitudes en estos comportamientos entre la juventud y la vejez. Con la vejez no se
pierden las aptitudes, se pierden por no practicarlas convenientemente.
Todos los
aspectos están interrelacionados formando parte del proceso de desarrollo, de
la cultura y de la educación, de las posibilidades que la sociedad ha ofrecido o negado.
Por estas razones, el libro “Cuerpo, mente, comunicación”, no
puede ni debe ser dirigido exclusivamente a las personas mayores. Porque los
problemas detectados en los mayores no son propios ni consecuencia de la edad,
sino que son el resultado lógico de una forma de vida -de una forma inadecuada de vivir y de utilizar el cuerpo y la mente-,
que tiene su origen en los comienzos de
la vida y que se relaciona con la educación, la cultura, la economía, el
carácter, la actividad laboral. Las aptitudes y los problemas se van solidificando
con el paso del tiempo. Las aptitudes se
mantienen plenas si se cultivan. Los problemas se agravan y se hacen
irreversibles en muchos casos si se dejan y no se les busca solución. En
otros casos, el deterioro podrá aliviarse solo en parte, y en la mayoría, habrá
adquirido tal magnitud, que quizá lo
máximo que podamos hacer sea ralentizarlo. La
solución idónea está en la prevención desde la juventud, en adquirir una
practica y un estilo de vida, adecuados.
Dicho más claramente con un ejemplo:
no se puede detener el Alzheimer a la edad en que esta enfermedad ya ha
brotado, con ejercicios de estimulación, sino previniéndola anteriormente,
antes de que surja. (Bien es verdad, que el Alzheimer
no se sabe exactamente a qué es debido. El deterioro mental que acarrea y que la define, se ignora si es por
falta de estímulo sensorial, por trastornos emocionales, si depende de algún
gen o de algún virus)
La
actividad física, -multidimensional-, que propongo, ha de entenderse como la
adquisición de unos hábitos esenciales de higiene vital, más importantes
incluso que la limpieza dental, el cuidado de la piel, la alimentación o el
descanso nocturno. Igual que estos
cuidados han de mantenerse diariamente, es necesaria la realización periódica
de ejercicio o movimiento adecuado en cuanto a cantidad y calidad. Debe
establecerse desde los primeros años de la vida y entenderse como una serie de
reglas esenciales de la educación y el desarrollo personal. Debe ser uno de los
puntales esenciales de un nuevo modo de vida con una perspectiva más profunda
que la preocupación obsesiva por la salud física.
Debe enmarcarse
dentro de un estilo de vida que prime la calidad integral en la que se incluye
la potenciación de todos los sentidos; de una mente sana, abierta, despierta,
comprensiva; el conocimiento de uno mismo y de la realidad que nos rodea; la
sensibilización, la consciencia, la comunicación mutua, la creatividad.
Estas propuestas no son ningún lujo.
Son las condiciones básicas para el desarrollo de las capacidades humanas más
esenciales que han de establecerse desde la escuela formando parte de las reglas básicas de la educación. Forman
parte de los derechos fundamentales de las personas, porque sin esas bases, el
desarrollo de la persona peligra.
¿No es
lo más básico y esencial de la educación de cada persona, el conocimiento de su
propio cuerpo, su utilización correcta, el desarrollo de sus posibilidades de
movimiento -que son los medios de relacionarse con el entorno-, y de sus
capacidades sensoriales, cognitivas y
comunicativas?
El
cuerpo es la persona, es el SER, es el sujeto. Todo lo que hace el cuerpo desde
los primeros días de la vida va definiendo el SER propio, la persona, LA
PERSONALIDAD. Las carencias corporales se traducen más tarde en deficiencias
personales. Educar al cuerpo, en todas sus capacidades y potencialidades
sensoriales y de movimiento significa la
consolidación del SER.
Esta serie de aspectos constituyen los
elementos básicos para convertirse en "ser" humano. La educación actual
sacrifica a los seres humanos, a cambio de convertirles en máquinas. Gestos,
movimientos, pensamientos y deseos están mecanizados, inculcados, domesticados.
Al cuerpo se le instala un sotfward, programando su comportamiento, sus
reacciones. En lugar de favorecer el desarrollo de sus capacidades humanas se
les convierte en máquinas “obedientes” de producción. En lugar de
posibilitarles SER, se les engaña con la falacia del aparentar y “tener”. Poder
tener de todo, consumirlo, devorarlo, depredar la naturaleza y la tierra,
explotar y poseer a las demás personas. A cambio, sin embargo, no se tienen ni
se conocen a sí mismos. A pesar de poseerlo todo, uno se encuentra
profundamente insatisfecho y solo. Es precisamente esa carencia vital, esa
desposesión de sí mismo, lo que origina la gula de poseer a los demás.
No desarrollar las posibilidades motrices y perceptivas conlleva
desconocer el propio cuerpo. Este desconocimiento acarrea problemas internos
y externos; en el desarrollo del propio
ser y en la relación con el entorno;
tanto a niveles físicos como psíquicos.
De esta manera, el movimiento queda reducido a esquemas de acción muy elementales, rudimentarios,
restringidos tan solo a la realización de las tareas cotidianas que permiten la
supervivencia, casi a niveles vegetativos. En este estado, el deterioro del
cuerpo, de la mente y de las relaciones, se acelera. La causa fundamental no es
el paso de los años, no es la edad, es el mal uso en que el cuerpo y la persona
se han desenvuelto los años anteriores.
Hemos de
enseñar a sentir y disfrutar del movimiento, explorando el entorno, expresando
los propios sentimientos y comunicándonos con los demás, desde los primeros años de la vida. Hemos de
establecer las condiciones necesarias y el hábito cotidiano de practicar el
movimiento adecuado en cuanto a cantidad y calidad según las leyes naturales del movimiento. Esta educación y esta práctica, enmarcadas dentro de un modelo global
de vida más sano, sería el mejor método para mantener las capacidades
corporales y mentales en un estado óptimo hasta la edad avanzada.
Es un método de educación y prevención que ahorraría además muchos gastos sociales, en los tratamientos que los
deterioros de las personas mayores requieren.
Si los jóvenes se habitúan a realizar
periódicamente una técnica corporal adecuada, rica y variada, que potencie
todas las dimensiones humanas, no solamente en el plano físico, sino
también cognitivo, comunicativo y
creativo, se van a sentir mejor cada día y van a invertir en salud integral
bio-psco-social, para los años futuros.
En todo
caso nunca es tarde, las personas de más de 60 años que se decidan a realizar
un ejercicio físico y mental periódico por primera vez, van a encontrar tal
satisfacción que nunca van a querer dejarlo, como muchos de nuestros alumnos
nos confiesan a menudo.
El movimiento detendrá o enlentecerá
el proceso de deterioro; se recuperarán capacidades perdidas; se aliviará o se
solucionarán dolencias de espalda: lumbagos, etc.; se encontrarán mejor
psíquicamente, aumentará su calidad de vida y sus ganas de vivir; se
favorecerán las relaciones y la comunicación..., pero, he de lamentar, que será muy difícil sino imposible, corregir
problemas de deterioro muy pronunciados, ya
sean físicos (una estructura corporal muy deformada, una cifosis, rigideces
articulares o musculares diversas, etc.), (regenerar neuronas que llevan mucho
tiempo sin ser utilizadas), o psíquicos
(sensibilizar, despertar o capacitar una mente abotargada o desestructurada).
Quizá, eso sí, puedan sentirse más felices, pero el único método válido es la
prevención, aprendiendo a vivir de otra manera, en la juventud, en la infancia,
cuanto antes mejor, y no dejar de
practicarlo nunca. Practicarlo es vivir. El movimiento es vida.
Por otra parte, este libro va dirigido a personas, que aunque ronden los
80 años se encuentren relativamente bien. Quedan dispensadas aquellas personas
que sufren un deterioro físico y mental grande, para los que esperamos poder dedicar otro libro más
adelante, dirigido tanto a su cuidado como a su activación. Y sobre todo,
también es necesaria una atención más personalizada, invidualizada o en pequeños grupos.
Quiero
que sirva a todo tipo de personas desde un nivel cultural medio o bajo, pero sé
con pena, que las personas que más lo necesitan no pueden acceder a él por
falta de medios culturales o cognitivos, como es el hábito de la lectura. Para
estos casos, sobre todo, es necesario que las administraciones dediquen mayores
presupuestos a la realización de actividades y talleres psicofísicos y
culturales dirigidos a las personas más necesitadas en los aspectos económicos,
físicos, cognitivos, sociales y culturales, después se lo van a ahorrar en
asistencia hospitalaria.
Con el
transcurrir de los años quise transmitir mi metodología de trabajo a otras
personas interesadas y formarlas como profesores. El campo de la Tercera Edad,
aparecía con muchos intereses y posibilidades de trabajo, sin embargo, desde mi
punto de vista seguían escaseando métodos y formas integrales, profundas y
serias. (Ya he comentado que a los
viejos, dicho de una manera simplista, solo se les quería entretener, y con
ello justificar que se dedican actividades a su mantenimiento). Sigo considerando
que mi metodología, es la más completa y profunda que conozco, pero carece de
los alcances propagandísticos de otras técnicas más mediocres. Quiero formar a
profesionales desde el anhelo y el respeto más profundo que siempre he puesto en mi trabajo. Quiero transmitirles la
pasión con la que yo me dedico a ello.
Quiero dedicar mi libro a todos
aquellos que quieran dedicar su profesión a desarrollar esta disciplina trabajando
con personas mayores o ancianas. Quiero que les motive a trabajar, a
investigar nuevos medios, que se arriesguen a ser idealistas y utópicos a la
vez que realistas, que no pongan límites a aquello que no lo tiene, al
contrario, que abran puertas y perspectivas donde ya se habían cerrado. Que
valoren y defiendan su trabajo ante la sociedad y ante las administraciones. Trabajar
con “viejos” no es valorado porque los viejos no son valorados. Solamente se
les quiere entretener, tenerles contentos para cuando llegue el día de las
elecciones.
Y hay que dejar de considerar “monitores” y
“animadores” –porque son términos un tanto despectivos, que dan a entender que
cualquiera con una mínima y escasa preparación puede trabajar con las personas
mayores-. Trabajar con seriedad porque
las personas desarrollen de modo íntegro sus potenciales, exige una preparación
personal, una profesionalidad y un interés
más allá que el de tener un trabajo. Para alcanzar los objetivos que
propongo el profesional ha de sentirse realizado y entusiasmado haciéndolo, en
caso contrario es mejor que se dedique a otra cosa.
[1] Resulta increíble cómo ha cambiando
el tiempo –para peor-, en tan pocos años. Entonces, a la salida de la dictadura
franquista, los centros sociales y culturales empezaban a estar en auge, y en
Madrid especialmente con la entrada del gobierno socialista. Crecieron y se
dinamizaron. Con la entrada del PP en los gobiernos, los centros comenzaron a
privatizar los servicios de una manera solapada y progresiva hasta su
desmantelación casi total antes ya de la llegada de la crisis. Esta ha sido
solo la excusa para acabar definitivamente con todos los progresos alcanzados
desde la salida del franquismo, encontrándonos hoy, peor aún, en algunos casos
que con el dictador Franco.
[2] En la actualidad, año
2012, ya no trabajamos en estos Centros. Algunas actividades fueron eliminadas,
las demás privatizadas. La privatización significa, que las actividades que
antes desarrollaban los profesionales X se las han dado a empresas privadas,
siendo el profesional despedido o pasando éste a trabajar con la nueva empresa
por la mitad del salario aproximadamente. (10€ la hora).
[3] Esta denominación fue
introducida por mi tras elaborar las líneas teóricas y las variaciones
oportunas desarrollando una metodología distinta, expuestas en el libro “Cuerpo en armonía”. M.
Shinca lo denominaba “Gimnasia consciente”.
[4] “Cuerpo en armonía”.
Editorial INDE Barcelona 2000.
GRACIAS POR ESOS APORTES, SON DE MUCHA UTILIDAD
ResponderEliminarGRACIAS A TI TERESA. QUE SEA DE UTILIDAD ES LO QUE QUEREMOS. GRACIAS
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