La función sensorial.
(Extraído de Cuerpo, mente, comunicación. Joaquín Benito Vallejo. Editorial Amarú)
La función sensorial corresponde a los sentidos: órganos capacitados para captar las cualidades tanto del propio cuerpo como del medio exterior, cada uno dentro de su especialidad.
En el proceso sensorial se desencadenan diversas funciones y ponen en marcha variadas estructuras corporales.
En el proceso sensorial se desencadenan diversas funciones y ponen en marcha variadas estructuras corporales.
Primero, el sentido que capta las señales del exterior o del propio cuerpo.
Segundo, los nervios que transmiten la información sensorial hasta la médula
espinal y el cerebro.
En tercer lugar las neuronas cerebrales que reciben la
información.
Por último, la transmisión de las informaciones a las células de
la corteza cerebral donde se contrasta la información, se clasifica y organiza.
Y desde aquí se vuelve a establecer otro camino hacia fuera similar al que se
hizo anteriormente hacia dentro, enviando ahora las órdenes hacia las
extremidades corporales para que los
proyectos o deseos de la corteza cerebral se cumplan, actuando sobre el entorno
que nos rodea o sobre el propio cuerpo.
El cerebro, en primer lugar aprende por
el cuerpo y en segundo lugar, el cuerpo se perfecciona mediante el cerebro.
A
través del cuerpo, el cerebro conoce la realidad corporal y ambiental; mediante
el cerebro, el cuerpo modifica su realidad y la del ambiente. Es una
interacción continua.
Para que
todo este proceso sensorial se desarrolle sin fallos, primero ha de haber un
organismo vivo que se mueva y actúe en un medio ambiente con estímulos,
excitaciones, atracciones y obstáculos a veces, para alcanzarlas. Si el medio
carece de estímulos o es deficitario respecto a algún campo sensorial, el órgano
u órganos encargados de recibir esos estímulos se atrofiarán o, no se
desarrollarán convenientemente, ocurriendo lo mismo con las neuronas cerebrales
que deberían recibir, procesar y utilizar esas informaciones sensoriales. Puede
ocurrir también que el órgano receptor tenga alguna deficiencia y no pueda
captar las sensaciones por lo que al cerebro no llegará ninguna información y
las neuronas preparadas para ello tampoco se desarrollarán. Puede ocurrir, de
igual modo, que el fallo lo tenga el sistema nervioso encargado de llevar el mensaje hasta el
cerebro, puede, por último ocurrir, que la deficiencia esté en el mismo
cerebro. En cualquiera de estos casos las neuronas no tendrán la posibilidad de
desarrollarse.
Aunque no haya ninguna deficiencia en ningún eslabón de la
cadena sensorial, hemos de activar continuamente la entrada de sensaciones y cada vez de una manera más variada y
compleja, para que las neuronas no dejen nunca de seguir desarrollándose.
Los alimentos materiales que precisa la neurona son muy elementales –oxigeno y
glucosa en cantidades ínfimas-, que proporcionan la energía básica para el
funcionamiento celular, pero es muy exigente en cuanto a la cantidad y la
calidad de las sensaciones que quiere, cada vez más y más variadas y complejas.
Funcionamiento de las neuronas.
Podemos comparar la neurona con un
árbol. Consta de un tronco del cual crecen ramas y brotes. De manera similar a
como el movimiento hace crecer los músculos y los huesos fijando el calcio en
ellos, por lo que el movimiento es más importante para el desarrollo equilibrado del cuerpo, que el hecho de tomar dosis extras de
calcio para que no aparezca una osteoporosis, las ramas y los brotes que crecen
del tronco neuronal, conductos por donde se transmite la información a otras
neuronas, crecen en la medida en que las sensaciones entran y salen por ellas. Las ramas neuronales que
reciben la información se llaman dendritas,
las que la envían axones y los
brotes son las sinapsis, puntos
donde se establece la conexión. Sin embargo, no existe ninguna unión directa
entre las dendritas receptoras y el axón emisor. La conexión se verifica en un
espacio líquido que contiene sustancias químicas. Estas sustancias se llaman neurotransmisores y están formados por
aminoácidos y proteínas.
Cuando la actividad sensorial es escasa las ramas y
los brotes nuronales son pobres y los neurotransmisores se “desperdician”. Por el
contrario, las ramas se harán largas, fuertes, densas y espesas, -algunas
pueden llegar a medir hasta varios metros-, e irán formando un frondoso y
laberíntico bosque, entrelazándose unas con otras, aumentando también los
neurotransmisores, si la información
sensorial no deja de pasar por ellas y cada vez es más rica y compleja
a lo largo de toda la vida.
Pero
en
la medida en que dejemos de potenciar nuevas sensaciones, que dejemos de
aprender y que hagamos una vida rutinaria y monótona, donde todo es igual, las
ramas dendríticas y axónicas, e incluso
el tronco neuronal se irán secando, de ese modo, donde debería haber un
frondoso bosque va apareciendo cada vez más un desierto despoblado, el cerebro
se queda hueco como una esponja.
En resumen.
Recapitulemos.
Por un lado, las sensaciones constituyen el alimento básico de las células del
cerebro, las neuronas.
Por otro, las sensaciones son informaciones,
datos, contenidos, conocimientos con los que se va llenando nuestra mente.
La
estimulación sensorial y perceptiva produce modificaciones físicas y mentales.
El primero es un componente físico, material, acompañado de corrientes
eléctricas y descargas químicas mediante las cuales se activan y desarrollan
las neuronas, modificándose su estructura anatómica, creciendo ramificaciones,
originándose conexiones sinápticas,
activándose los neurotransmisores y en la que se ve involucrado el sistema
nervioso junto con los sentidos y la motricidad, cuyo umbral de sensibilidad y
la capacidad de captar y trasmitir las sensaciones va agudizándose.
El segundo supone un componente mental,
inmaterial pero que puede medirse y comprobarse por lo que produce y crea
cultural y socialmente.
Cuántas más variadas y ricas sean las
sensaciones con las que estimulamos a nuestro cuerpo, más engranajes y
circuitos se crean entre las neuronas, mas facilidad de conexiones se establece
y más capacidad mental se adquiere, más datos se tienen para conocer la
realidad y operar sobre ella.
La segunda modificación alcanza a las
estructuras del pensamiento y de la consciencia.
Las neuronas son muy exigentes
necesitando continuamente nuevas sensaciones, más refinadas y más complejas.
Las sensaciones arcaicas y rutinarias no generan ninguna nueva ramificación.
Toda actividad física o sensorial,
correspondiente a los sentidos, activa las neuronas. Cuántos más sentidos se
pongan en actividad, cuánto más interés pongamos en captar las sensaciones de
nuestro cuerpo y del medio que nos rodea, cuántos mas capacidades estén
implicadas más se activan las neuronas y la información.
Hay dos
tipos de estimulación sensorial, una pasiva y otra activa.
La primera la
recibimos sin querer, sin poner ningún interés por nuestra parte, simplemente
por estar vivos en un ambiente con distintos estímulos, sean naturales o
culturales o simplemente por movernos
sin ningún objetivo determinado.
La segunda es una estimulación querida,
buscada, por la que el sujeto se preocupa y lucha por conseguirla,
estableciéndose un diálogo con el medio, haciéndose preguntas del porqué de las
cosas, intentando mejorarlas.
Las informaciones pasivas se alojan en el área
alfa del cerebro, mientras que las activas llegan al área beta de la corteza
cerebral.
El área beta “es el área
del cerebro especializada en la comunicación, el análisis y el proceso lógico,
base de habilidades, acciones conscientes, intencionadas y libres,... con un
máximo de posibilidades para el establecimiento de conexiones o sinápsis entre
las neuronas. ...Cualquier información buscada y no meramente recibida (receptiva)
aumenta la frecuencia de las ondas rápidas (ondas beta), reduciendo al mismo
tiempo, la actividad de las ondas alfa, que son las lentas, pasivas, de las
imágenes oníricas” (Gimeno y otros , pag. 13 - La educación de los sentidos. Editorial Santillana. Madrid 1986).
Ese
es el tipo de activación neuronal que nosotros perseguimos poniendo en marcha
el proceso sensorial que comienza con la
concentración y busca la observación, la percepción y la consciencia corporal,
con la consecución de la relajación y la mejora de la unidad: cuerpo, mente,
comunicación.
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