Reyes, sacerdotes, señores feudales, patrones de industrias, militares y padres han insistido durante siglos en que la obediencia es una virtud y la desobediencia es un vicio.
/ Dicho de otro modo, aquellos que tienen privilegios y viven a costa de ellos, promulgan, que la obediencia, -la obediencia a sus leyes-, es una virtud, mientras que, desobedecer, -no cumplir sus leyes- es el mayor pecado, -porque la desobediencia rompe sus leyes y su poder.
Rebelarse contra las leyes establecidas, enaltece al hombre, es el principio de su realización personal. Su opresión implica su obediencia, su corrupción como ser íntegro, someterse a leyes impuestas desde fuera, y renunciar a sus pulsiones y necesidades vitales. Los padres representan y llevan a cabo el orden establecido desde arriba y desde fuera, en contra del sentir natural de cada ser. /
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