SOBRE LA ACTITUD DEL PROFESOR
(Del prefacio de: “Cuerpo, mente,
comunicación” -pags. 13 y siguientes)
Joaquín Benito Vallejo
Joaquín Benito Vallejo
No hay que rebajar los
objetivos con la excusa de que los alumnos no disponen de las capacidades
suficientes para entenderlos ni llevarlos a cabo. Si no los comprenden es porque
no se les plantean de la forma adecuada, por lo tanto, hay que buscar los medios
idóneos para que lo entiendan.
En esto consiste la pedagogía,
en una búsqueda e investigación constante de recursos y fórmulas para motivar a
aprender, a comprender, a sentir y a desarrollarse. No se trata de
transmitir unas recetas que el alumno ha de repetir mecánicamente sin entender.
Se trata de estar disponible
para el alumno, de tener la actitud de enseñar a sentir, a descubrir, a
entender y comprender, partiendo del nivel y de las capacidades que cada uno posee
en cada momento, desde las que pueda ir creciendo y evolucionando desde lo más
simple a lo más complejo.
Pero, tampoco se puede
transmitir nada si uno no lo ha vivido antes personalmente. -Yo no puedo enseñar a
sentir si yo no siento lo que digo y no estoy plenamente convencido de ello. Yo no puedo motivar si no
estoy motivado-.
Es necesario que el profesor esté
siempre aprendiendo y evolucionando, buscando nuevos caminos, no sólo para
poder llegar a cada persona, sino para seguir aportando nuevas vivencias
y aprendizajes.
No puede haber recetas fijas,
porque éstas vuelven la vivencia mecánica e impiden la propia investigación y
la aportación de sensaciones nuevas.
Tampoco las recetas valen para
todas las personas, lo que significa, además, que los alumnos debieran someterse
al esquema de las propuestas del profesor, y debe ser, al contrario.
La pedagogía, -insisto-, es lo
contrario: los medios han de ponerse al servicio de las personas. Y como cada
persona es distinta, hay que estar siempre dispuestos a buscar los medios
idóneos para acceder a ellas. Hay que hacerles vivenciar los ejercicios
propuestos. No solo que los entiendan intelectualmente, sino, sobre todo, que
los "entiendan" corporalmente, lo que significa sentirlos,
experimentarlos.
Hemos de enseñar a sentir y
disfrutar del movimiento, explorando el entorno, expresando los propios
sentimientos y comunicándonos con los demás, desde los primeros años de
la vida. Hemos de establecer las condiciones necesarias y el hábito cotidiano
de practicar el movimiento adecuado en cuanto a cantidad y calidad según
las leyes naturales del movimiento.
Esta educación y esta práctica,
enmarcadas dentro de un modelo global de vida más sano, sería el mejor método
para mantener las capacidades corporales y mentales en un estado óptimo
hasta la edad avanzada. Es un método de educación y prevención que ahorraría además
muchos gastos sociales, en los tratamientos que los deterioros de las personas
mayores requieren.
Todo ello, exige además de una
búsqueda constante, una disponibilidad, atención y comprensión crecientes hacia
los alumnos, basadas en la vivencia personal del trabajo corporal que nunca debe
abandonarse. Y en el convencimiento pleno de los planteamientos para cada
alumno.
Se ha de destacar la importancia de la actitud del profesor en esta
tarea. La actitud refleja el modo de sentir y de estar e influye en la actitud
de los alumnos. Nace de las vivencias previas y se manifiesta en su presencia
en clase sintiendo plenamente cuanto se dice y se hace y estando en el sentir
de cada persona sin que nadie pase desapercibido.
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