Realmente, estamos rodeados de ellos, pero nunca se manifiestan como son.
Usan nombres comunes de personas, como, por ejemplo: Isabel, Antonio, Juan, Rafael, Carmen, Elena, Marta, Francisco, Augusto, Pablo, Mariano.
Son tímidos o afables. Se esconden tras de amplias sonrisas.
Llegas a desearlos, antes de que su caricia se deslice por tu piel.
Cuando, al fin besaron mi cuello, me derramé en escalofríos de placer.
Pero el éxtasis llegó cuando penetraron en mis venas y sorbieron mi sangre, primero aspirándola gozosamente, después a dentelladas y borbotones.
Temblaba de gusto.
Permanecí un tiempo insomne, anestesiado.
Cabalgaba en los bordes del dolor y del éxtasis.
Me sentía más yo, porque ellos me chupaban...........
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