Caminar “bien” es una armonía pura.
Un arte.
Es un arte a la sensorialidad, la percepción, la contemplación…
Pero ese arte conseguido en la mayoría de los niños se va perdiendo con la adultez, como todo arte y capacidad constreñido por la educación y el trabajo, por el dejar de ser uno mismo como una losa que nos aplasta.
El arte de caminar se vuelve una pesada carga.
La gravedad nos vence.
El cuerpo es una pesadumbre. El movimiento un escozor.
¿Podremos librarnos, “liberarnos” de esta servidumbre?
Un arte.
Es un arte a la sensorialidad, la percepción, la contemplación…
Pero ese arte conseguido en la mayoría de los niños se va perdiendo con la adultez, como todo arte y capacidad constreñido por la educación y el trabajo, por el dejar de ser uno mismo como una losa que nos aplasta.
El arte de caminar se vuelve una pesada carga.
La gravedad nos vence.
El cuerpo es una pesadumbre. El movimiento un escozor.
¿Podremos librarnos, “liberarnos” de esta servidumbre?
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