Extraído de Cuerpo, mente, comunicación" - Ed. Amaru -Salamanca-
Joaquín Benito Vallejo
La Llamada gimnasia y las técnicas corporales
dominantes –también las modernas en general, de un modo más sutil-, son
exclusivamente físicas. La gimnasia era, -y es, en general-, aplicada como una
técnica meramente física con el objetivo de entrenar y favorecer diversos
aspectos físicos, cuantitativos, como la fuerza, la resistencia, la rapidez,
etc., mientras que el desarrollo de aspectos psíquicos, cognitivos, o ligados
con la sensibilidad, recaían sobre las diversas ramas de las artes, la
literatura o la filosofía.
Sin embargo, aunque se
hayan querido separar los diversos aspectos de la personalidad humana, en la
práctica resulta imposible disociarlos. Con esa separación educativa, se
intenta manipular a los seres humanos y a la realidad. Divide y vencerás, esa
vieja máxima también es aplicable aquí.
Aunque la gimnasia y
demás técnicas corporales físicas, nunca hayan tenido en cuenta los objetivos
mentales, en la práctica los están trabajando, pero de una forma negativa.
Puesto que los aspectos físicos son inseparables de los psíquicos, de igual
modo que no existe la forma sin el fondo, el contenido sin el continente, lo
que se dice de cómo se dice, porque un aspecto condiciona al otro, según cómo
se desarrolle la práctica gimnástica así influirá sobre los aspectos mentales.
Si se trabaja únicamente la fuerza, si se ejecutan sólo movimientos repetitivos
y mecánicos, si únicamente se repiten esquemas prefijados sin poner la atención
en despertar la sensibilidad, la percepción y la consciencia, el practicante
acabará hecho un botarate, casi un animal de carga, con un cuerpo y una mente
rígidos y cuadriculados, robotizado, o también, -la otra cara de la moneda- un
“señor bien educado”, de apariencia recta, pulcra, ordenada, rígida al fin y al
cabo.
Exactamente con este
objetivo era y es practicada la gimnasia en muchas instituciones, como la
educativa, la religiosa y la militar. Con
el objetivo de domesticar, de domar, de reprimir la energía vital y encauzarla
en fuerza de trabajo, de convertir a las personas en peleles, convertir a las personas
en herramientas de trabajo y en máquinas de matar, para hacer obedientes
trabajadores, soldados o frailes transmisores de la ideología del poder,
ahogando la sensibilidad y el conocimiento. De esa manera, se evita toda
posible rebelión contra la opresión y la explotación.
La
forma como se “enseña” o se practica el movimiento actúa positiva o
negativamente sobre el cuerpo, sobre la mente y sobre las relaciones.
Todo movimiento que obnubile, que no despierte la sensibilidad y la
consciencia, toda enseñanza rígida, autoritaria y mecanicista, convierte al ser
humano en una máquina insensible.
Hay
que desechar de una vez por todas, la dicotomía entre mente y cuerpo. No existe.
Según tratemos a nuestro cuerpo en el plano físico, así se educará nuestra mente,
así será nuestra personalidad, y ello tendrá que ver con el modo de
comunicarnos con los demás. Hay que pensar en cultivarse de modo íntegro,
buscando para ello las actividades que más ayuden a crecer al conjunto de la
persona. Cuando abordemos un trabajo corporal, aunque la primera motivación
para ello haya sido meramente física, sepamos cuál es su planteamiento y su
enfoque, sepamos distinguir lo que se hace y cómo se hace.
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