El insulto no es la ley del más fuerte, sino del que quiere aparentarlo ser.
Se cree que insultando es más fuerte y que tiene más poder sobre otro.
-Es una forma también de de la agresividad-.
Pero, sobre todo, se insulta -o se agrede- cuando no se tienen argumentos para rebatir lo que dice el otro.
Es más fácil agredir e insultar, y más efectivo -efectos especiales- para la ignorancia de la masa y de la audiencia.
Se cultiva en algunos medios de comunicación de masas, redes sociales y culturales, series y películas también,- que ensalzan al que da voces, que no aquello que dice.
Siempre se valora más la utilización de la fuerza, que la del diálogo.
Ser fuerte es el valor supremo, en contra de ser bueno que es el auténtico valor.
Nuestra sociedad, que es autoritaria, machista y capitalista, -calificativos que engloban una gran multitud de comportamientos y características agresivos e insultantes-, difunde, propaga y ensalza el insulto a través de los medios de que dispone que son muchos, todos.
Uno de estos valores es la ley del más fuerte.
Y sobre todo, insisto, cuando se insulta o se agrede es porque no se tienen recursos y argumentos para rebatir a la otra persona.
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