Muriendo lentamente, sin saberlo,
Voy paso a paso hacia el abismo
Hacia el encuentro de la más dura interrogación
Y lucho por vivir
Y lucho y grito y aúllo
Noche tras noche por sentirme vivo
Y me revuelco en ese lecho de cardos
y me azoto y me insulto,
pero estoy muerto
no puedo sufrir, soy una roca,
soy un trozo de excremento
putrefacto
yerto.
un eco
Que la oscuridad sea
amada del silencio
Y la noche la tumba del sueño
y la llama la hija del fuego
A los muertos,
aunque nos duela a los vivos,
se les pudran los huesos.
La tierra cubra su sombra,
el olvido su recuerdo.
Otra vez
Otra vez, si,
Otra vez
Voy a soñar con el hombre
Voy a soñar con el sueño
Otra vez aún
Otra vez
Voy a soñar con el hombre
Sin tiempo, sin ayer.
Voy a soñar con el sueño
Sueño que siento
Sueño que sueño
Sueño que el hombre es hombre
Sueño que el hombre no es sueño
Más triste que los ojos tristes
de la sombra
mi cabeza huye
a esconderse entre dos pechos
Huérfano del mundo
El más ávido mendigo de un beso.
con los pies pisando guijarros,
Con el polvo dando pan a mis pulmones.
Dónde os escondéis, caminos, ¿dónde?
Desiertos de sudor, hielo, hacia la cumbre.
Quiero hablar a la ortiga, a la arcilla,
al escorpión, al viento…
¿Vosotros amigos?
Si, vosotros hermanos, vivís mi sueño.
Un sencillo amor os lleva, un oscuro latido duerme.
(No llora con vosotros la egregia figura del hombre)
Contadme el secreto de tierra, aire y cielo.
Venid y habladme,
vuestra alma es de lluvia y lodo, de sol y acero.
Mi alma solo es un cuerpo.
Imagen que
Resurges
A morar en mí.
Estremecida entre mis labios
Cuando me inunda la sed
Fuiste un abrazo
Un sendero hacia la luz
Que nunca recorrí
Huyendo de la muerte en que he caído.
Entre dibujos vivo,
sonrisas, pequeña ilusión
que se esfuma.
Dudo de mi existencia.
Un labio quedo
al oído
olvida
otros mundos, otros pasos.
Vivir es un insomnio.
Tu pubis resbala
entre mis dedos, la lluvia
se lleva lo soñado.
Amor
es un latido ciego en la mañana.
Es el olvido soledad de letras
O silencio de tambores
O quizá
Rumor de cementerio
El recuerdo
De un nombre
Lapidado por el silencio
Gritos de cadáveres que
en las sombras suenan
Imágenes borradas
o amor deshecho
En la esperanza
de lo lejos
no oigo,
mi cuerpo es una isla,
mi mundo un océano inmenso,
estoy solo,
mi alma grita,
ha muerto el eco
Calcinan mi carne. Abarco
ansioso su inaccesible paisaje,
su grata geometría,
la apetencia de
su improbado sabor:
Hambre de hombre
